viernes, diciembre 17, 2004

Tango y cerveza en la sauna

El viernes10 comenzo por obligacion, que no por eleccion, mi tan ansiada y mil veces atrasada semana prenavidenya, con todos los preparativos para la partida que tendra lugar manyana, si ryanair lo permite. Mientras tanto, y si la pareja de acaremalados rusos que se sienta a mi lado me lo permite, tratare de poner un poco de orden en lo que ha sido esta fugaz semana.
El viernes como corresponde a tal dia, levante entre ilusionado y cansado dispuesto a afrontar un nuevo fin de semana. Como siempre volvi a llegar tarde a clase, y he vuelto a olvidar lo que hice en ella. Debi de comer con Tunc, si de eso estoy casi seguro, antes de que el se marchase a algun lado desconocido y yo hiciese cola por un rato en la sala de ordenadores del edificio de matematicas, que extranyamente es el mas concurrido de la universidad.Perdiendo el tiempo me encontraba, leyendo vidas ajenas y estudiando todos los equipos de la euroliga, cuando mi ordenador se canso de que lo trastease y me comunico que se apagaria en 15 minutos. Corriendo lanze unas cuantas palabras a los concurridos caminos del hipertexto y sali a la calle. La tierna noche de las 18 horas en Berlin me azotaba la cara, y decidi que era el momento de hacer mi involuntaria aportacion a la causa capitalista. La tienda que buscaba la encontre a la primera, pero el regalo destinada a la amiga que por reglas del juego no puede verme, fue una nueva victima de mi indecision. Una, dos, tres veces recorri la tienda. Por dos veces pense coger otro regalo para mi madre. Baraje 5 posibles regalos para mi hermana. Por siete veces busque el regalo que realmente habia ido a comprar, antes de desisitir incluso de preguntar a los duenyos, condicionado ademas por mi poca aficion a hablar con dependientes, independientemente de nacionalidad o lengua. Finalmente me decidi por el regalo mas folclorico del Berlin prereunificado, y pense como decorar el porsche de Dresde para que al verlo no solo se acordase de Berlin sino tambien de nosotros. Probando una nueva ruta con el tranvia, mucho mas comodo que el metro para circular por el este, volvi a casa y puse un rato a prueba mi sueyo frente a la tele. A las 9 decidi que era un buen momento para poner lavar la ropa, y esperar una llamada para salir. La llamada no llegaba, y el sistema de control de las lavadoras me robo 2 euros. Todo parecia indicar que no saldria esa noche, y tuve que ir a comprarme una salchicha con curry, especialidad alemana no especialmente resenyable, para conseguir cambiar el billete que me quedaba y poder recargar la tarjeta que hace funcionar la lavadora. Mientras jugueteaba al borde del abismo del suenyo, recibi la convocatoria para pasar un par de tranquilas horas en la ambulancia. Con la vista seca y la cabeza embotada, puse la secadora antes de reunirme con el resto de gente en Mitte. Cuando llegue el ambiente era tan tranquilo que ni siquiera me tome una cerveza. Hablamos un rato, conoci a los familiares y amigos de Nuria de visita en Berlin, quedamos para el dia siguiente y volvi a casa justo a tiempo para recoger mi ropa tratada por la secadora.
Mis sabados berlineses parecen por el momento ser mas sanos que los alicantinos, asi que con una temperatura gelida sali de casa con un par de bocadillos por comida al dia siguiente. Durante 2 o 3 horas trate de buscar por todos los puestos que se amontonan en la avenida del 17 de Julio algo que regalar a mis ex-companyeros de piso en Espanya, aunque con resultado poco fructifera. Al final me lleve algo para mi progenitor con mis manos congeladas mientras me caia el moco, mi nuevo termometro biologico para detectar el momento en el que nos encontramos bajo cero. A unas oscuras 3 de la manyana-noche me dirigia a kreuzberg para buscar mas regalos, cuando decidi llamar a Amir. Las carreras empezaban, asi que no tenia tiempo. Nuevo cambio de trenes, compra apresurada de cerveza en el ALDI y busqueda con Curro y Amir de los caballos entre la niebla. A las 5 de la tarde entramos en el nido de la codicia, el vicio y la perversion de los pensionistas berlineses: EL HIPODROMO: