miércoles, julio 29, 2009

Culito de rana

Las heridas se curan lentamente, en silencio, entre sollozos y ojos húmedos. Mis lineas del miércoles 15 reflejaban todo mi dolor y rabia, mi desenganyo y esperanza de encontrar un nuevo horizonte.
Por aquel entonces aún no sabía como, dominada mi racionalidad por el dolor y los ataques coléricos que azotaban mi alma y orgullo heridos, si no de muerte, si hasta el límite de dudar de su recuperación. Entre horas y horas de castigo en la universidad, frente a un modelo que avanzaba solo debido a la imposibilidad de no hacerlo, mi cuerpo bramaba y demandaba extenuación, volver a casa pedaleando hasta el límite de mis fuerzas, con la mirada baja evitando exponer al turista veraniego mis lágrimas de devastador invierno emocional.
Escribir el miércoles fue un grito al ciberespacio, un deshaogo emocional tan importante como los insultos que como rios brotaban continuamente de mi boca. El jueves ahogué mis fuerzas en la piscina de la plaza de Spreewald, brazeando hasta volver a casa sin fuerza, aunque con un atisbo de calma, dejando que el agotamiento impidiese que se alzasen los ejércitos de mi ira.
Mientras tanto, esperaba sin resultado alguno una llamada del amigo que fué y causó. La llamada no llegó, y evité encontrarme con el el jueves en un encuentro que mi hubiese devastado.
Necesitaba sin duda que el findesemana me liberase del castigo de sentarme 8 horas frente al ordenador mientras pensamientos repetitivos volviesen una y otra vez a mi mente como comerciales interminables del canal de televisión de mi autocastigo.
Desperté el viernes al fin liberado de obligación, pagando por ello el precio de un dia de vacaciones. Quería salir en bicicleta e ir a nadar al lago, olvidarme del mundo entre árboles y agua, cuando antes de salir me llamó mi amigo. Su llamada, mas que liberarme de miedos, actuó como una levadura perversa sobre el pan de odio que cocía mi dolido corazón, y entre golpes y sollozos aparté la excursión de mi mente y me sente a esperar su llegada. Me senté, hable con la racional voz de la habitación frente a la entrada de mi vivienda, y salí a correr hasta dejar salir de mi todo aliento de fuerza dispuesto a una confrontación violenta. Cuando volví a casa, mientras el agua de la ducha caia sobre mi cuerpo, una descomunal y breve tormenta azotaba berlin llenandola de oscuridad y calles resbaladizas.
Entonces llegó el y hablamos, yo lleno de dolor y el aparentemente de sorpresa, pensando que nunca su acción pudiese haber causado ese dolor en mi. Quizás fue entonces cuando mas defraudado me sentí, por creer quizás que el podia haberse dado cuenta de mi situación. Apenado por entender que mi definición de amistad no concuerda con la suya, o al menos la expresión concreta de relación amistosa que existe entre nosotros. Me faltó esa sensibilidad y su apoyo, un no pasa nada, lo superarás, si supiese que te hubiese danyado no lo hubiese hecho...
Pero solo escuché un "lo siento mucho" de su boca, como expresando sorpresa por el dolor causado, pero sin implicación expresa de hacer algo por solucionarlo. Se fue agarrandome el hombro y pidiéndome no hablar de ello con todos los amigos comunes. Y yo volvi a casa cerrando amargamente la tapa del libro que aun me quedaba por leer.
Llamé amargamente a Espanya, a escuchar amparo de las voces donde identifico la amistad, y que junto con breves lineas de acompanyamiento a través de la red, han sido mi sustento en tiempos de oscuridad. Aun con sabor a cicuta llamé a otra persona donde aun creo encontrar confianza, y junto con el y frente a un plato de comida asiática planeamos mi evasión y viaje balneario a Constantinopla, Lesbos y Mykonos.
Dejé a mi amigo salir de mi casa con el estomago lleno de cervezas, que yo apenás si probé. El sábado me esperaba como se fue el viernes, gris y amenazante, al menos la comitiva desaprensiva que me encontré a las 9 de la manyana. Traté de desgastar aun más mi cuerpo para terminar de matar el dolor, pero antes de terminar de ayudar en la ultima mudanza que espero realizar este verano, tuve que volver a casa a acostarme y tratar de dejar mi mente en hibernación. El sábado pasó entre series de televisión y finales de libro a los que pedia entretener mi mente, y terminó con una discusión-charla junto a mis cohabitantes donde tratamos de dejar zanjados y claros los procedimientos a seguir hasta mi completa curación espiritual. Aliviado por encontrar apoyo también en mi caverna del 24, me acosté.
Levanté y traté de salir a la calle, ver el sol y ver gente, mezclarme como un atrezzo mas entre los turistas visitantes del mercadillo de la plaza de Boxhagen. El aire me vino bien, y el helado, y el paseo, pero aun era incapaz de mirar a los ojos de una chica sin sentirme desnudo y pequenyo, o dos labios juntarse sin que pinzas de algun diablo extrajesen un pedazito mas de mi corazón.
Volví a casa, tomé el albornoz y pedaleé hasta la sauna en un extranyo dia de verano. Con el sudor y el calor introducido en cabanyas de madera regresé con el corazón latiendo lentamente y la cabeza pensando por primera vez en meses libre de cargas. Al menos hasta que me metí en la cama y comencé a dormir.

escuchando-> Herman Dune
leyendo-> Watchmen, by Alam Moore