miércoles, noviembre 14, 2007

Sabado y domingo sobre ruedas

Entre el viernes y el sábado transcurrieron pocas horas de suenyo. Cuando sonó en mi teléfono móvil mi alarma-despertador, caí del suenyo sobresaltado y pensando en quién me estaría llamando. No había sin embargo, nadie al tratando de establecer contacto conmigo mediante ondas electromagnéticas sino que se trataba de una senyal programada por mi apenas cinco horas antes para levantarme y bajar a la calle.
Dirk llegó en un BMW de la empresa. Recogimos a Begonya en Berlin después de 2 horas de recorrido y kilómetros de oscuridad, que se quedó aun con nosotros hasta otra hora más pasado Berlin. Dirk quiso conducir todo el camino,y yo cómo acompanyante impeinentene, jugueteando con el navegador/control de mandos del coche, aguanté despierto a su lado.
En Jena, ciudad universitaria en el estado federal de Turingia, recogimos a Daniel, un tipo pelirrojo de cabello y barba, de tono tranquilo y conversación interesante. Los 300 kilómetros restantes hasta la ciudad a orillas del Meno las pasamos en una burbuja de conversaciones sobre ahorro energético y medios de transporte ecológicos. Bego se pasó todo el viaje dormida. Dirk no dejó de conducir. A las 11, la silueta dibujada en el horizonte por los rascacielos ( junto con decenas de carteles azules por debajo de los cuales pasamos) nos indicaron que habíamos llegado a la ciudad destino. No hizo falta buscar mucho para encontrar la Feria: un tipo con un megáfono indicaba a todo carrómano donde tenía que aparcar. Todo muy organizado, y lleno de hombres, algunos pocos acompanyados de sus mujeres o novias, que bajaban también con ellos de sus coches para ver... más coches.

Me sorprendió la existencia de un servicio que no conocía, el de los aparcamientos en exclusiva para mujeres: al principio lo asumí como una muestra de machismo demasiado explícita, pero Dirk me indicó que debía ser para evitar riesgos de agresiones sexuales. Remarcable, de cualquier modo. También me llamó la atención la occidentalidad ante mis ojos de los parques empresariaes de Frankurt acostumbrada mi mirada diaria al perfil oriental de Alemania.

Tuvimos que subir a un vehículo autobús y a otro automovil antes de llegar a ver la colección de coches. La institución ferial era grandisima, y era recorrida por rios de gente. En las voces y prisas de Dirk y Daniel se notaba la excitación que les transmitía el lugar. Aguantamos los primeros stands con ellos, y pasada la primera hora Bego y yo nos separamos, buscando nuestra ruta alternariva. Recorrimos los stands de fabricantes desconocidos y experimentales, el de Harley Davidson y después de cruzar el patio y estirando nuestras cabezas divisar la torre de la Torre de la feria desde el parque, dos parques mas de fabricantes que anuncian en televisión. En estos apenas se podian ver más que seres humanos llevando bolsas de publicidad arremolinándose alrededor de los objetos de la publicidad de las bolsas.

El tiempo pasaba y el agobio se hacía cada vez mas manifiesto. Después de visitar los stands de los fabricantes italianos de lujo y despertarnos la vista con sus azafatas de ojos grandes y vestidos cortos subimos a un tren y dejamos atras la feria.

En el centro de Frankfurt, bajo la sombra del edificio del Deutsche Bank, nos reunimos con Nikolai, amigo de Bego y ex-companyero de piso de María. Nuestro amigo ruso nos condujo en nuestra fugaz visita a la capital financiera de Alemania: desde la zona de rascacielos entre jardines donde trabajan el y otros tantos hombres vestidos casi igual de pies a cuello, a la zona comercial adyacente y los restos de la antigua ciudad medieval que la segunda guerra mundial permitió seguir en pie, empequenyecidos frente a los nuevos rascacielos. Me sorprendió la cercanía de una y otra cena: sin cruzar al otro lado del Meno y a pie vimos en un par de horas todo lo que un turista sin mucha idea puede pensar que es Frankfurt. Nikolai también nos contó sobre lo que no sabíamos: sobre la ciudad con mayor criminalidad y droga de Alemania, sobre las ciudades dormitorio rodeando al centro y los rascacielos y sobre las masas de inmigrantes del este que han venido a vivir su suenyo occidental bajo las torres de cristal. Entre ellos, miles de Kurdos que se manifestaban a nuestro paso por las calles de la ciudad. El día era veraniego, cómo queriendo despedirse el sol en el último momento de los edificios más altos antes de volver a acercarse a ellos con calor. El sol, la cerveza y la pizza en el Bar Celona nos repusieron las fuerzas después del largo día. Antes de despedirnos de la ciudad, cruzamos al otro lado del río para fotografiar a la ciudad desde su perfil bueno.

A las 19 volviamos a estar a bordo del vehículo de la empresa rerodando el camino que seguíamos por la manyana. Cerrada la noche y llegado el frío, dejamos a Dani y a otro chico sajón junto al coche del primero. Unos momentos después entrábamos en el apartamento de la prima de Dirk. Sin dejar tiempo a que el suenyo venciese a nuestros cuerpos entramos en el casco antiguo de Jena. Pronto olvidamos las torres levantadas hacia el cielo cientos de kilómetros más al oeste, y nos sumerjimos en la plaza del mercado de la ciudad, que celebraba sus fiestas. Lo celebramos con cervezas y salchichas turingias.

Un paseo nocturno y una bebida no alcohólica en un bar de la zona de marcha de la ciudad nos dio las buenas noches.

El domingo comenzó de nuevo temprano: la prima de Dirk practica un deporte acuático con una especie de cola de sirena cuyo nombre he olvidado y que nunca llegué a entender. Lo que me quedó claro es que cada domingo a las 9 de la manyana volvía a meterse al agua.

Dirk se fue a visitar a su prima, y Bego y yo visitamos por el dia las calles que la noche anterior recorrimos entre oscuridad. El centro, la torre cilíndrica de epocas comunistas, los restos de la muralla, la universidad... todo recorrido bajo un agradecido sol que continuaba sin querer dejarnos y entre la poca gente que se levantó el domingo temprano en la ciudad. La minivisita la concluimos después de entrar en unas habitaciones de Goethe junto a la universidad y el jardín botánico. El planetario no pudo ser visto, aunque si que tuvimos tiempo de regresar a la plaza del mercado a comer frente al escenario principal.

Unas horas más de coche y llegamos a Berlín. Dirk quisó aprovechar la ocasión y el propicio clima para recostarnos un rato en algún parque, disfrutando del último helado del verano. Junto al Mauerpark nos encontramos más rios de gente y algunos conocidos. Los encuentros retrasaron nuestra planeada excursión, y ya sin Bego, regresamos a Neubrandenburg, lavamos el coche y volvimos a nuestras respectivas viviendas.

Una nueva semana comenzó e increiblemente el clima continuaba siendo benigno. Como contrapunto, una desagradable sorpresa me esperaba nada mas poner los pies en las calles de Neubrandenburg: mi bicicleta había desaparecido. Comenzaba el otonyo y mi bicicleta cambió de duenyo. Quizás supo el ladrón que en el pais de donde vengo se dice que las bicicletas son para el verano. También se dice que al que madruga Dios le ayuda, pero en mi caso eso nunca se cumple los lunes.

Cómo cada vez que la ruleta semanal vuelve a caer en este dia, en el trabajo me encuentro perdido y desorientado. Y en la pausa del mediodia, volvemos a comer Kebab. Quise poner rápido fin a mi sufrimiento, y poco después de las cinco abandonaba la calle del almacén.

Tras breve visita a mi vivienda, mis pasos cambiaron de rumbo hacia el banyo de Augusta. lmentadome por no disponer ya de vehículo alguno con el que realizar el trayecto. Aún así llegué a la zona de banyo poco antes de que el sol se dejase de ver.

Las aguas del Tollensee de frías hacían arder mi piel, y no aguanté más de 3 o 4 carreras a nado antes de volver junto a mis ropas entre las canyas. Me quedé un rato más leyendo sobre la hierba, error que castigaron de nuevo los insectos. Volví a casa sedado y descansado, relativizada la perdida de mi bici. No quise hacer mas ese dia que cenar y jugar a la supernintendo desde mi ordenador.

El martes fue un dia de mucho trabajo, profesional y privado. Terminé el dia cansado y harto de buscar modelos termodinámicos y contratos de conexión a internet. La necesidad me hizo visitar dos comercios antes de volver a mi apartamento en el que, cuando llegué, ya reinaba la noche. Me sentía muy cansado y pensé que la cena aliviaría no sólo mi hambre sino tambien mi debilidad, pero no fue así. Después de prepararme, alinyar y engullir una ensalada de lechuga y tomate con calamares y gambas, cerré los ojos y apagué la luz, con los platos aun sucios junto a mi cama.

El miercoles por fin desperte con fuerzas, y acudi al trabajo dispuesto a cumplir con mis tares. El día transcurrió con normalidad, seguía escuchando punk-rock en la radio y a mediodia comimos en la pequeyna esquina asiática. Hasta con fuerzas caminé la casi media hora hasta el pabellón donde se juega al volleyball, en la ciudad este. En la pista todo se truncó y perdi todos los juegos en los que participé. Herido mi pequenyo orgullo de mal jugador, por primera vez en Neubrandenburg no disfruté en el parquet. La ducha me salvó cuerpo y mente. Antes de ello Jens y yo encontramos una mujer desnuda en nuestra vestuario, que tuvimos que abandonar deprisa y sin mirar. En casa desconecté todo lo que traía conmigo y conecté el horno y el portatil: pizza, pijama y Prison Break me daban las buenas noches.

Escuchando: G.A.S. Drummers

Leyendo: Textos de termodinámica en alemán