sábado, junio 09, 2007

Y el jueves 7 regresé

El jueves 7 de junio del 2007 regresé de nuevo a Berlin, de mi novena visita a Espanya en los casi tres anyos que llevo habitando semipermanentemente en esta ciudad. Atrás dejaba un fin de semana de sol y playa en Alicante y 3 días de reencuentro familiar y turismo urbano por la capital vizcaina y sus alrededores. Llegaba cansado, despues de casi 24 horas despierto y de las cuales casi 8 transcuerrieron de noche y en el aeropuerto de Londres Stansted atestado de gente que como yo esperaba a subir a un avión. Muchos dormían, otros bebían cerveza y un par de idiotas escuchaban bakalao europeo a toda hostia para escarnio de los allí presentes. Yo leí y comencé a visionar la visión de los Monty Phyton sobre el sentido de la vida.
En Berlín, al llegar antes de ayer por la manyana hacía calor y el aire estaba cargado de humedad. Se notaba un ambiente veraniego imperceptible en el ambiente, pero yo, después de un merecido desayuno, volví a dormir un rato. Desperte para saludar a mis companyeros, vestirme e ir a trabajar. El despertar no fué ni mucho menos completo, y en el trabajo los ojos se me cerraban mientras trataba de descifrar como programar en C sharp. Para despertar no se me ocurrió nada mejor que ir a un recital de violín. En realidad era el examen de un amigo en la UdK, y me hacía mucha ilusión ver como se desenvolvía con el arco y el instrumento de cuerda. El concierto fue bonito e intenso, tanto que solo perdía la vigilia por breves segundos, y lo celebramos en una pizzeria cercana del muy desconocido para mi Wilmersdorf (o es Schöneberg?).
Tuve que forzar mi despedida de la agradable velada porque mis ojos pedían unas horas libres a gritos, y comenzaban a huelguear. Me despedí en el metro de el resto de becarias del DAAD sobreviventes en Berlín, pensando en mi futuro inmediato, y mas concretamente en mi entrevista de trabajo del día siguiente. Un simpático desconocido espanyol en el metro me sugirió otra posibilidad por si buscaba curro, haciendo estudios de mercado en espanyol. El único estudio que hice esa noche fue el de los temas en los que trabaja la empresa de Neunbrandenburg que me invitó ayer a visitarles.
Me desperté entre nervios, me afeité y me corté en un dedo limpiando la cuchilla. Di unos ultimos vistazos a los apuntes me vestí de la forma más seria que pude sin perder del todo mi personalidad, y salí hacia la estación central de trenes. Dos horas después estaba en Neunbrandenburg. La entrevista fue bien y el curro me entusiasmó. La ciudad me sorprendió positivamente (en parte, supongo, por la negativa imagen que llevaba preconcebida conmigo) y de vuelta a Berlin en el tren recorreindo bosques verdes y lagos en un precioso día de verano me dije a mi mismo que podría ser un bonito lugar para vivir. Ahora creo que estoy mas convencido de que iré para all´en el caso de que ellos me inviten. Las preocupaciones volvían a diluirse, y la alegría se instala en mi de nuevo. Después de conversaciones con la familia, como pollo con arroz al estilo costarricense y una ensalada rusa proveniente del mismo pais, que nos prepara una amiga de Steffan de visita en Berlin con su marido. Después de la cena, los postres y las cervezas, me apunto con Steffan, Emil y Felix (el alemán residente en Barcelona que nos visita con su mujer) a salir a dar una vuelta. Un par de caladas y unas cuantas pedaladas después preguntamos en la puerta del Burguer el precio. Los 5 euros nos echan para atrás y llevan a Emil de vuelta a su casa. Nos decidimos por una fiesta de Electro en un lugar cercano.
Por una vez, y por vez primera, los 8 euros pagados en una fiesta a la que voy con Steffan no merecen la pena. La música no esta mal, para ser techno y electro, pero hay poca gente y no demasiado amistosa. Aún así nos sorprende el día cuando volvemos a casa en bicicleta. Sólo eran las 5 de la manyana.
Y esta manyana, me he levantado con un sorprendente estado de alegría y tranqulidad. He desayunado, ordenado un poco, leido en internet y aún pretendía volver a engancharme con la redacción de mi tesis. De nuevo a vuelto a quedar en el tintero, mientras internet trataba de despertar de su suenyo a la bestia dormida de su paranoia. Cuando esta comenzaba a grunyir he salido, otra vez mas tarde de lo pensado, a correr, llegando hasta el parque que queda entre Treptow y el Spree. Por fín he descubierto el enorme monumento que los soviéticos hicieron levantar en medio del parque para recordar quien hizo mas el bestia al llegar a esta ciudad en la decada de los 40 del siglo pasado. Y de regalo, me he encontrado con la embajada de Vietnam.
He vuelto a casa con ganas de escribir y ponerme por fin a continuar con el informe. Esto creo que no lo haré hasta manyana. Sigo dejando las cosas pasar mientras el mundo sigue su curso, los 8 Gilipollas parece que ya han terminado su encuentro cerca de Stralsund. Y solo nos quedará seguir hablando de lo que ellos hicieron. Y, si es posible, manyana, comenzar a hacer algo y dejar de hablar tanto.


*Universität der Kunst
escuchando-> Kiko Veneno
leyendo-> Niebla, de Unamuno