sábado, febrero 20, 2010

Cenas, suenyos y comidas

Pese a mis vaivenes emocionales, si mirase a la ultima semana de enero como si mirase distraidamente una pelicula poco interesante que emiten por televisión, deberia pensar que la semana fue muy buena.
El escenario seguia siendo frio y gris, debiamos estar en alguna de las semanas de este invierno en las que no vemos el sol. Y esto se notaba en la gente, se insinuaba en su humor: quedé con mi amigo mexicano y Bego, dos de mis amigos incondicionalmente presentes en mi vida desde hace 4 y 3 anyos, y noté a uno cansado y afectado por el invierno, y al otro resignado a soportarlo sin saber muy bien si por ultima vez. Estuvo bien quedar con ellos aquel jueves, no solo porque hacia mucha tiempo que no los veia y echaba de menos hablar con ellos y saber de sus vidas, sino también porque me descubrieron una taqueria mexicana en Kreuzberg que desde entonces forma parte de mi guia gastronómica de la ciudad, de la que tan poco uso hago. Quesaditas, pollo a la mole, cervezas aztecas y con el u1 de vuelta al estado horizontal.
Como podria inferirse de posts anteriores, no lograba mantener un estado de animo continuo durante un par de dias, y arrastraba un extranyo e inexplicable cansancio. Pude sobreponerme a el y convertir el viernes en un dia productivo. Seguramente en los ultimos meses los viernes son los dias en los que mas ideas me surgen y mas progreso con el trabajo. Y al terminar la jornada, estuve hablando muy de cerca con la companyera de trabajo con la que habia tutelado a los alumnos dos semanas atras. No paso nada, pero noté algo en el aire, o quizás me lo imaginé, quien sabe. Lo unico completamente cierto es que volví a casa cansado y con una sonrisa en los labios motivado por un sentimiento que casi sentia olvidado. Compré el plato combinado arabe dos numeros mas atras en mi calle y me acosté casi sin ver la tele pero con la sonrisa prolongada por los sabores del cercano oriente.
Entonces dormi mucho y sonyé: sonye varios de mis suenyos controlables,suenyos que puedo pilotar hacia donde quiero, suenyos en los que soy consciente de que estoy sonyandolos y puedo disfrutarlos. Quizás solo sea una falsa sensación de control, porque pese a pensar que elijo mis decisiones termino siguiendo el curso absurdo del suenyo. El sabado por la manyana termino follando con una tia que iba poniendo cachonda ante la certidumbre de nuestra muerte, y la acuchillo escondidos bajo una escalera de madera que gime mas que ella, pero el lugar es seco, calido y confortable. Sin embargo salgo corriendo porque me sigue una horda de zombies, zombis ninfómanos que solo pretenden ser follados por humanos aun vivientes, y de repente despierto.
Desperté y estaba solo en mi habitación y solo en mi vivienda. Juan visitaba a su novia en una ciudad turingia de importante pasado, y Susanne trabajaba. En casa no encontré restos de putrefacción ni de secrecciones humanas, pero aprovechando un sábado sin resaca ni suenyo ordene la habitación y leí ficciones acerca de alemanes convencionales relatadas por el senyor Böll. Por alguna razón que desconozco, me resulta mas facil leer en un espacio ordenado. Tras desayunar pasado el mediodia concluí como siempre preso de una adicción instantanea, uno de esos deseos incontrolables que me surgen de empaparme de un tema hasta que deje de humedecerme, y que esta vez ganó en el sorteo la serie web de Borja y su amigo el Josebas. Como suele ser habitual cuando tengo uno de estos ataques, me alimenté de Kebab de ternera. Cómo no estaba por la ciudad mi companyero habitual de fiestas, tuve que buscar yo solo el modo de pasar la noche. Por suerte el amigo de un amigo que me cae bastante bien celebraba su cumpleanyos no muy lejos de donde vivo, asi que pase por alli a pasar la noche. Por suerte también conozco a muchos de los amigos comunes de estos dos amigos, con lo cual no estuve solo en la fiesta y hablé con la gente mas de lo que en mi es habitual. No tan afortunada fue la circunstancia de que el celebrante principal estuviese enfermo, ni la de que el vecino de abajo tuviese que trabajar al dia siguiente, pero pese a ello y a que apenas eramos 20 personas en la fiesta, pase una buena y tranquila noche sin necesidad de emborracharme. Regresé a casa sin romperme ninguna pierna, pese a que el suelo cubierto de hielo desde que volví a Berlin representaba una amenaza permanente a mi equilibrio.
Llegué a casa y volvi a sonyar. Pero esta vez un suenyo de naturaleza no controlable y menos entendible significado. En el cálido refugio de una cueva prehistórica recibo un encargo. El encargo resulta ser una bolsa como de repartidor de Telepizza llevo para dar de comer a uno de mis hermanos y mi amigo Raul, pero tras la entrega realizo de algún modo mal mi cometido y he de volver a por el encargo. Cuando voy a cumplir el encargo de nuevo despierto y es domingo, y el dia es otra vez gris y frio.
Despierto y voy a desayunar y comer a la vez a un lugar en Kreuzberg que se llama la gitana y en el que un joven espanyol cocina para una turca simpática que insiste en invitarnos a una paella al hacerle notar alguien del grupo de que nacionalidad somos la mayor parte de los que nos sentamos en la mesa del medio. La paella está buena, pero apenas podemos terminarla. Atiborrado de conejo al ajillo y unos pasteles mas germanos que iberícos, entre la decena aproximada de asistentes no podemas terminar con la sarten valenciana de arroz. Nos separamos y no hacemos nada mas juntos, lo que tampoco termina de desagraderme por que dos o tres personas del grupo no son mi companyia preferida. Y por alguna razón, algo que dicen o que hacen, me vuelvo a casa con un sabor en la boca que no es el de la paella, sino algo que no termino de encontrar agradable. Y en casa me refugio en mas capítulos de gente que se rie la tristeza de la vida. Como los domingos grises frios y agridulces tambien pueden tener final feliz, me regalo una visita a la sauna del barrio, donde me reencuentro con uno de los chicos con los que comparti beca anyos atras y creia desaparecido, acompanyado de una rubia guapa, alta, delgada y que hablo espanyol. Como no me gusta inmiscuirme en las conversaciones, no me cruzo mucho mas con el. Vuelvo a casa, enciendo el equipo de sonido y dejo que las guitarras terminen un extranyo fin de semana.

escuchando-> Standstill
leyendo-> Heinrich Böll, "Fin de un viaje de servicio"