miércoles, octubre 03, 2012

La muerte del verano y un viaje en bici

Comencé la semana con mi clásica combinación de suenyo mas dolor de cabeza, visitante habitual de mis primeros dias de semana. Por suerte los ecos del concierto, también responsable por otro lado del cansancio acumulado, provocabanen mi realidad distorsiones sensitivas teletransportadoras hacia otros lugares mentales. Suerte también que no me esperase presión en el trabajo, tanto así que  incluso me permití un paseo a mediodia hasta el banco aprovechando el sol de finales de verano. Después me imbuí de nuevo en mis tareas frente al computador tanto que se me pasó de nuevo la hora de ir a hacer deporte, lo que provocó en mi mas alivio que disgusto. Y pensando en los mejores conciertos de mi vida regresé a la calle Varsovia. Allí cocinaban unos cuantos amigos de Fabi a los que hubiese reconocido como amistades suyas sin necesidad de estar él delante. Me invitaron a cenar pasta con salsa bolognesa vegana y me olvidé del deporte y el trabajo. Mi planificación temporal me sorprendió incluso a mi, tanto que incluso me permitió anotar unos cuantas ideas antes de acostarme.
Al dia siguiente, sin embargo, y pese a haberme acostado a una hora prudente seguia muy cansado, o más cansado incluso que el dia anterior. Vencí a las fuerzas oscuras que me ataban a la cama, pero en el trabajo nada mas llegar sentí que no era un buen dia para estar alli. Al principio pense en permancer solo 5, luego 4, luego 3... Sin embargo al final permanecí las 5 planeadas inicialmente, sin comer y sin dormirme, pues tenia que hablar con mis companyeros antes de las vacaciones. Entre planes de cuando abandonar el curro tambien planeaba que hacer al dejarlo, y al final las termas se impusieron a la cama.
Tomé el metro hasta la parada del Zoo, comi algo asiático y seguí hasta las termas. Alli pasé unas horas estimulantes y relajantes, y sali por la noche con las tensiones y preocupaciones disueltas en vapor. Tomé un refresco y un helado y regresé a casa dando gracias a Alemania por unificarse y regalarme un miércoles libre a mediados de octubre. Vi un par de capitulos de serie y releí un capítulo de un libro hasta quedarme dormido entre distorsiones eléctricas, como hacia tanto tiempo anhelaba volver a hacer.
Desperté aun con el calor relajando mis músculos, Entre las cortinas se entreveia el sol caer sobre Berlin, pero decidí seguir un rato en la cama. Cuando al fin desperté el sol y el renacimiento musical positivo de KaseO y su magnetismo me cargaban de energia y me pedian salir a la calle, pero antes arreglé finalmente algunos mecanismos de mi bicicleta y desayuné. Llamé a Pedro a ver si se venia, pero esperaba la llegada de su madre y no podia, pero me animaba a salir comentando exageradamente que debia haber 30 grados en la calle. 
Cuando subi a la bici y me lancé a la calle el sol se escondió. Seguramente en Alicante, o en otras ciudades de latitudes mas meridionales aun no sea asi, pero mi sexto sentido metereológico-forense me alertaba hoy de que el verano en Berlin habia muerto.


Hasta llegar al centro de la ciudad recorri las calles que crean los bloques comunistas entre si en la intersección de los barrios de Friedrichshain y Mitte, donde parecia que fuese domingo en lugar de lunes, con ancianos asomando por encima de sus entreabiertas y acristaladas terrazas. De camino a la puerta de Brandenburgo me entretengo un poco viendo las obras abiertas de la extensión de la linea 5 de metro, pero enseguida continuando por mi ruta preferida para cruzar el centro de Berlin, cruzando el Spree por el puente entre el ayuntamiento y donde una vez estuvo el palacio Real. Llegando a la puerta de Brandenburgo, el domingo se convierte en sabado y una muchedumbre me hace bajarme de la bici. El ambiente verbenero me obliga a aparcar a un lado pasada la puerta, y paseo un rato entre multitudes de jovenes y mayores, en la autodenomica milla de la fiesta. En los alrededores, mujeres percusionistas y músicos importados de la américa indigena amenizan el ambiente. En realidad, en esta milla, me da la sensación de que Berlin se ha transformado en el pueblo mas grande de Alemania. Hago un par de fotos y escucho un poco a los presentadores, pero enseguida me hasta el ambiente y decido hacer un minitour de Mitte con la bici. Nada mas arrancar tengo que volver a parar, pues mi recién fijado portaequipajes de la bici se ha vuelto a soltar, pero una vez recojidas tuercas y otras piezas, tomo rumbo norte hacia una ruta que hacia tiempo no frecuentaba. Sobre la bici recorro no solo las calles sino tambien mi memoria, y viajo hasta mis viajes de este anyo: el museo de ciencias naturales me recuerda al de Londres de Abril con mi hermano, recorriendo tambien el centro en bici y entrando a un museo similar aunque mayor. También recuerdo Cuba en agosto, y como en las fiestas de carnaval de Holguín se comportaban de forma similar a la verbena que acababa de dejar atras. Dejaba atras parte de Mitte tambien, subiendo por la calle donde hacia dos semanas inaguraba Alfonso sus oficinas, al lado de donde apenas un anyo antes acudia a las urgencias del hospital de la Charité. Seguia el recorrido y recordaba como hace 7 u 8 anyos subia por estas calles con el coche de Andreas hasta llegar a su primer domicilio en Berlin, y como planeábamos jugar al minigolf algun dia en el solar de enfrente de su casa. El solar en parte cubierto ya, es el suelo de la nueva sede del servicio de inteligencia aleman, una sede dispersada en cubos mastodónticos que recuerdan a oficinas similares en Barcelona o Paris. Esa impersonalidad la percibia en los hoteles adyacentes, y recordaba como en lo que ahora era un parking a 3 euros la hora acudia a fiestas pijoalternartivas con Amir 6 anyos atras. Atras quedaba también Mitte, mutando en Wedding, con la torre de la farmaceútica Schering como gigante vigia en la frontera. Los parques vacios y las casas pobladas de trabajadores inmigrantes me transportaban también a Manchester y a Noviembre. Giraba antes de que el cartel anunciase el nombre de nuevo barrio y el giro me dejaba justo frente a la casa de Daniel, al lado del Hospital del ejército. Igual de limpio y aséptico que este edificio se ven ante mis ojos y mi olfato las nuevas edificaciones que crecen junto a la linea que marcaba el camino del Muro (el mismo por cierto que unos kilómetros mas al norte seguia la semana pasada). Entre el museo de ciencias naturales, una central térmica de la epoca socialista y una central térmica con chimenea incluida tambien de epocas de pais divididio, surgen ahora casas pasivas o con balance enérgetico positivo, de madera o super aisladas. Y entre ellas, con un calor cambiado para adaptarse al ambiente, la segunda residencia de mi amigo Daniel en Berlin. Al lado seguia la torre de vigilancia del muro, la que veia desde la ventana en nuestras tardes de estudio. Al dejarla atrás tome consciencia por un momento de la fecha histórica y quise viajar tambien a lugares representativos. Dando la vuelta encontré la parte trasera del lugar que buscaba para terminar la jornada: el cementerio de los Inválidos. Junto con otros turistas en familia o en bici, recorrí uno de los lugares de mi lista pendiente de Berlin. Apropiado, pensé yo, para paser el dia de la unificación alemana, un lugar donde descansan sobre todo, coroneles, barones y comandantes, nobles todos, de antes de la división de la Federación, o incluso de repúblicas de prusianos nombres. Y asi, cayendo el sol y las hojas de final del dia, vi morir el verano entre panteones barrocos, columnas, aguilas y simbolos militares germanos que ya solo dejan verse en libros o filmes.
Dejé atras el cementerio y de camino a casa me senté a leer en un parque. Continué el capitulo donde lo dejé la noche anterior, y uno de los autores nombrados me llevaba de nuevo al viaje de Abril a las islas. El sol se iba y yo volvia a casa, donde, desde hace un rato, trato de recordar un buen dia. Y el verano perece en un fin de semana de miércoles como ya apenas los encuentro sábados y domingos.