lunes, octubre 01, 2012

Ron, ron. E ando. Ando blanco y arrastrado.

Habia ingerido cerveza y carne a la brasa el dia anterior, y no me levanté temprano. Cuando lo hice, traté de sentarme frente al escrito, prender la computadora y avanzar un poco más el cauce de mis investigaciones. Antes quería dar el salto definitivo al software libre, y terminar de instalar todos los programas necesarios para poder trabajar en la nueva plataforma y desde casa cómo lo haria sentado frente a mi mesa y mi pared postereada de disenyos hidráulicos en la universidad. No es todo tan sencillo en el mundo libre de los pinguinos y los tecleadores de comando de lineas, y pasé mucho tiempo buscando  y probando, pasando la hora de comer con tan solo un par de tostadas en el estómago. Falló la cita del mediodia del viernes con Jose por enfermedad de Eva, y poco antes de darme cuenta era de noche y no habia logrado mi objetivo, aunque si aprendido mucho de las dificultades que conlleva. Dejé finalmente el ordenador a un lado y frei unas cuantas patatas que coagulé con huevo en forma de tortilla espanyola, que acompanyé de ensalada para darle variedad a la tonalidad de la comida,  para acompanyar a la tortilla de algo más que de cebolla. Llegaba tarde pero no mucho tras dejar la casa a la cita con José, sin dejar el barrio ni utilizar transporte. En el bar del capitán con el futbolín posiblemente a la vez más frecuentado y peor situado de Friedrichshain, en la sala de paso a la sala de fumadores y al banyo, me junté con muchos de los companyeros de mi amigo tocayo que la semana pasada le despedian junto a su mejor amigo en la empresa. Al rato llegó Pedro esta vez sin bici y con ganas de brindar vasos llenos de alta graduación alcohólica acompanyados de ron. En la cocina de mi casa estaban Fabi y Susanne cuando llegamos cargados de una botella mas de licor de azucar de canya importado hace 3 anyos de Cuba, para juntar con sus hermanas traidas en mi mochila.

Pasó un rato como siempre, comenzando despacio y elevando frecuencia de ingestión y volumen del vociferio, que al final solo filtraba vocablos ibericos. Caminamos al oeste, al otro lado del rio, anyadimos a la lista de la ingesta Vodka, refresco y el mas famoso licor de hierbas aleman, y en la puerta del lugar donde pretendiamos entrar no nos dirigieron mas que un no seco e inexpresivo, que me sentó peor que todos los tragos previos. Entramos al final en otro lugar no muy lejano, donde Pedro me recordó al dia siguiente cómo bailamos Rock, como se le acercó una joven, cómo el evitó involucrarse aun jodido por la copa que le tiraron. Mientras tranto el resto interpretábamos de forma diferente la borrachera: J_on nos comentaba impresiones sobre la noche y ejercia de escudero de Pedro, J_os se sentaba en un sofá sobre el escenario y contemplaba al publico y danzante, y yo participaba de la acción de danzar, con la musica, sin ella, entre Pedro y consorte, con J_os y de paseo al aseo y vuelta, hasta que descubrimos que no queríamos ser los últimos en abandonar el local y buscábamos la salida. J_os habia desaparecido ya, y Pedro y yo encontramos a J_on en mi bar preferido para mis finales de noche indecisos, que le habia mostrado la semana anterior. Tomamos al menos una cerveza mas en el local, que Pedro me aseguraba hace poco de mayoria homosexual. Antes de perder del todo la noción del espacio-tiempo y hacernos inmunes a la luz de la manyana me encontré con Isma acompanyado de dos jovenes que creo recordar bien hermosas, y comentaba con Pedro la atracción irresistible que nos producia la joven encargada de seleccionar la música, que recuerdo como unos labios rojos tan intensos como voluptuosos  y remarcados bajo unas lentes que escondian una mirada inteligente y paraban un momento la mirada antes de bajar a los precipicios de tejido negro entre pechos  y piernas. Las ensonyaciones continuaban de camino al dia, pasando el tiempo hasta nuestras respectivas casas.
La mayor y mejor noticia del sábado es que al fin logré dormir hasta pasadas las 3 de la tarde. Luego no sabria expresar lo que hice pues creo que carece de importancia, hasta el momento en el que subí a la bici  y me encaminé a Tempelhof para ver una exhibición de cometas. Llegué cuando las cometas ya no reflejaban el sol pues este se acercaba a la tierra, y yo despues de dar la vuelta a la pista de despegue del parque compré una botella de vino  y llegué no muy tarde a cenar cordero y habas blancas con mis dos parejas amigas franco-medio-orientales. Mietras disfrutaba del postre una mirada al reloj me recordó que Pedro ya debia estar esperándome. Cuando llegué al punto de encuentro el llegaba por suerte al mismo tiempo. Conoci a Rafa, otro arquitecto de Alicante y cabalgamos en bici hacia el lejano este, para ver a la nave de Micky y los muertos vivientes. Las 12 horas entre las 11 de la noche del sábado y las 11 de la manyana del dia siguiente transcurrieron lentamente, a sorbos de agua y cabezadas. Volvia a encontrarme con mi amigo el tatuado padre que me comentaba lo inadecuado del Oktoberfest para la excursión familiar. Sus colegas del grupo punk-metalero seguian combinando Sudoku y Bukake, y la fiesta y la noche avanzaba. Por suerte morí pronto y me mordio una zombie de buen ver en el costado. La segunda mitad del amanecer de la nave de los zombies lo pasé como Obi-Fidel muerto y sangrante (lo primero seguramente no se aleje de la realidad del sujeto del segundo nombre) y aun tuve tiempo de unir a mi tatuado amigo a nuestro clan. Al final, tras una fria noche que adelanta lo que se avecina, caminamos los casi 30 muertos andantes tras la nave industrial, y nos dijimos un hasta luego y hasta el estreno. Por desgracia aun no habia casi nadie a quien saludar en bici por las calles de Friedrichshain.

Solo asusté un poco a Fabi al rato en casa, en un momento que me levanté a visitar el banyo. Luego ya me duché, me afeite, y me junté con mi amigo Wolfgang, y juntos caminamos hacia su furgoneta aparcada de camino al lugar donde los sin vida danzan tecno los domingos por la tarde.
Llegamos a la calle de marzo y dimos un susto de muerte a Rupp que preparaba la presentación del dia siguiente. Luego acercamos un sofá de una casa de prepapás y yo deje a Wolfgang en Charlottenburg y regresé al este. Antes de dormir me cené la pasta con morcón que habia preparado antes de partir al oeste, bien cargada de tomate y me meti en el suenyo del lunes con aventuras aconcaguenses.

escuchando a jebis y muertos...