sábado, noviembre 03, 2012

Alucinaciones y/o psicodelia

Cada lunes me pregunto si merece la pena forzar al pedazo de voluntad individual con la que nos dotaron al nacer a hacer lo que la ciencia, el entorno o el "sentido común"me pide: a remar en contra de la corriente que ella misma genera al soplar sobre mi mente en calma. Casi siempre es un lunes, porque ciclícamente cada siete dias comienza otra semana, y es un comienzo cíclico que no genera ilusión sino algo a medio camino entre la deshazón y el miedo, cuando camino del trabajo te arrepientes de no haber seguido durmiendo.
En ocasiones espera una reunión excepcional o un encuentro, y todos estos pensamientos son barridos y metidos bajo la alfombra mental preparada para lo nuevo, pero aunque regresén  empujadas por el viento cuando se abre la puerta de una nueva semana normal.
El cansancio suele entendenerse generalmente, o asociarse a un exceso de alcohol y la despreocupación propia asociada a la ebriedad que hace olvidar condiciones meteorológicas y propias, y que repercute cuando las sustancias ya no permanecen con nosotros. Pero aquel lunes no deberia ser asi. La ultima ingestion fué aun en el festival del ron, y el domingo fue calmado. El frio del otonyo hace cada vez mas danyo a mi cuerpo o soy yo quen cada vez se cansa mas?
El resultado del monólogo interno de lunes de manyana suele ser de una autoinyección de moral. Al finalizar la jornada de trabajo en ocasiones aun siguen los efectos, y voy a hacer deporte, aunque generalmente libero  mi voluntad y vuelvo a casa con ganas de leer, ver una peli o escuchar algo de música. Aquel lunes ni tan siquiera eso, parece que de verdad el virus que parece no querer abandonarme hacia mas efecto en mi, y regresé a casa y me acosté sin cenar.
Seguia entre ensonyaciones y alucinaciones disfrutando de la cama, cuando un impulso responsable me hizo levantarme e ir a trabajar. Sorprendentemente el suenyo parecia haber echo retroceder el frente del virus y haberle desalojado de mi sala de control motivacional,  asi que trabajé mucho, compre una entrada para un concierto y en casa tuve tiempo para buscar una impresora, buscar motivos a imprimir y discutir con mi compi italiana el motivo a imprimir en el regalo del turco.
Los miércoles suelo levantarme con ganas de hacer cosas aunque tenga suenyo, y el 11 de octubre no fue excepción. Tras el trabajo regresé a casa dispuesto a continuar con el regalo de Tunc, pero al llegar no habia nadie y me puse a escuchar la música del concierto a sonar horas después, y quede atrapado entre la vigilia y el suenyo y humos sonoros en forma de riffss eternos, hasta que llegaron mis companyeros y por fin discutimos el dibujo. Cené algo vegano con ellos y tomé una cerveza para preparar mi cuerpo al concierto, aunque este volvia a dar senyales de flaqueza, pero me obligué a pedir fuerzas prestadas al manyana para ir al concierto. Los stoners bavaros habian venido en un autobús grandísimo,  aparcado paralelamente a la cola para entrar al Lido. Por suerte habia comprado la entrada y no hube de esperar para entrar al recinto, donde un par de tipos de generosas cabellerasgeneraban ensonyaciones sonoro-hipnóticas con sintetzadores y guitarras eléctricas continuamente distorsionadas. A punto estuve por momentos de dormirme,aunque logré finalmente mantener la posición vertical y evitar un cerrado continuo de los ojos.
Tras la pausa los reyes bavaros del stoner surgieron de manera arrolladora despertándome de golpe y traladándome a base de ejércitos ritmicos y pesadas cargas de tonos bajos a caballo a campos de batalla donde ser atravesado en un campo de batalla en el que guitarra y voz batallaban a duo. Tras el tercer bis, entrada casi la segunda hora del dia siguiente y tres horas de concierto, descubrí que la pasión y el derroche de energia puede llegar a etiquetar bandas con justicia, y regresé a casa entre ensonyaciones y perturbaciones sonoras mantenidas en mi cabeza, que me dieron las buenas noches.
El dia siguiente fue corto, y el ultimo del mes antes de mi visita otonyal al sur de Europa donde parecia que el verano aun no se extinguia. Recogí mi traje en casa, cene algo y traté de nuevo de instalar y reparar una impresora para poder escribir una felicitación que alguien debia entregar en mi ausencia 2 dias después a mi amigo turco. Dificultades técnicas, incompatibildades y drivers inválidos me mantuvieron despierto mas de 100 minutos después de que llegase el dia de mi partida. Con un petate apresurado y otros escasos 100 minutos de suenyo me encaminaba al aeropuerto una madrugada más.