sábado, septiembre 28, 2013

La vuelta de los sudores//Dias maratonianos

El lunes de mi segunda semana de Septiembre del 2013 en Berlin, la segunda semana tras mi vuelta de las vacaciones llegué cómo cada lunes a la oficina sobre las 10 de la manyana. Me extranyó no ver a nadie en sus lugares de trabajo, y recordé justo en ese momento que habia una presentación de un Profesor Israelí de visita en Berlin, uno de los que mas tiempo lleva dedicándose al tema que investigamos de toda la comunidad internacional, a punto de comenzar. Con suerte me dió tiempo a entrar recién comenzada su presentación que me resultó muy motivadora, aunque luego la motivación decayó cuando al presentar a todo el grupo nuestro jefe comentó sobre mi trabajo apenas un somero simulación en el que percibí poco interés por su parte. Luego fuimos  comer todos juntos en un dia gris en el que desde la torre más alta del campus poco se podia ver de la ciudad y después continué mi trabajo de formal normal. Ya de vuelta en casa cené los restos del CousCous con Verduras que habia preparado el domingo en cantidades industriales.
El martes desperté sin fuerzas y con el cuerpo atacado de dolores en distintas partes y decidí quedarme en casa. Toda reflexión acerca de mi trabajo quedo apartada por unas horas y en un estado pseudofebril pasé la manyana durmiendo y viendo videos sobre la trayectoria del creador del pornofreak en Espanya (de verdad me interesaba saber cómo alguien termina haciendo algo así) y la tarde enganchado a un reality show británico donde padres preocupados espian a escondidas mientras sus hijos adolescentes se emborrachan y pierden la conciencia y todo tipo de recatos en sus primeras vacaciones de verano en algún lugar de la costa mediterránea europea. No tengo la más minima idea de cómo llegué a encontrar esa distracción, de la misma manera que no logro explicarme a que se debió mi enfermedad, pero al dia siguiente tanto las ocupaciones mentales cómo los dolores y la debilidad desparacieron y regresé a la universidad a preocuparme del trabajo que habia dejado iniciado el lunes y en el que necesitaba para mi mismo comenzar a ver resultados.
El dia siguiente también trabajo muchas horas en la universidad, y consigo notar que avanzo en mis teorias acerca del análisis de la bomba de calor que investigamos en el proyecto que paga mi sueldo, asi que termino de hacer cábalas y modificar rutinas de Matlab que no funcionan cuando ya es de noche y no queda nadie en la universidad. Aunque traia en la mochila lo necesario para ir a nadar las piscinas están ya cerrando cuando abandono el campus, asi que cambio de rumbo y me dirijo a unas termas cercanas para al menos relajar mi cuerpo ya que no voy a ejercitarlo.
El último dia de la semana y de buen humor decido ejercitar un poco mi relajado cuerpo y realizar el trayecto entre mi casa y la universidad en bicicleta . El dia es espléndido y el color de las hojas de los arboles me recuerda que el otonyo llega. En la universidad estoy ocupado entre tratar de ordenar las teorias que quiero escribir para mi doctorado y responder a estudiantes a los que por la ausencia del martes aun no habia podido atender, y el dia pasa rápido entre unas cosas y otras. El estudiante turco-irani que habia pasado con nosotros tres meses se preparar para volver a su casa. Regreso a casa en bicicleta ya de noche y tengo que desviar mi ruta habitual porque el parque central, el Tiergarten comienza a ser preparado para acoger el comienzo y el final de la maratón de Berlin, y tras los atentados terroristas en la maratón de Boston parece que quieren reforzar la vigilancia.
En casa continuo tratando de ocupar mi tiempo libre mejorando mis artes culinarias, y preparo pasta al horno con espinacas, frutos secos y queso gratinado. Entonces me llama Jose y me recuerda que su amigo Grego esta de visita en Berlin, preparado para recorrerla el domingo corriendo junto a otros miles de personas. Nos juntamos en un restaurante cercano a su casa y reimos un rato juntos recordando tiempos pasados no muy lejanos en Berlin cuando eramos más irresponsables y todas las semanas teníamos una anécdota que contar. Grego se queda a dormir estos dias en casa de Jose y los dos se recogen temprano para juntarse con sus mujeres grandes y chicas. Yo regreso a casa y como todo viernes que no salgo necesito alimentar mi mente con alguna ficción antes de dormir.
El sábado me encuentro muy descansado y aprovecho para salir a dar un paseo por el barrio, llevar a reparar mi reproductor de sonido y hacer unas compras en el mercado. Luego en casa trato de mejorar un poco mi rudo estilo percusionista y espero una llamada de mis amigos para ver el futbol juntos. Esta llega muy tarde, y me comunica que la pequenya invitada en casa de Jose de unos meses ha contagiado a sus adultos anfitriones, asi que me acerco para saludar a Maria y a Grego y me comprometo a ayudarles al dia siguiente en la logística. El carro de la pequenya de las chicas de Grego tiene que viajar por varios lugares de Berlin para llegar a tiempo a ver a su padres arrastrar los pies lo mas rapido que pueda. Jose y Eva, rendidos a la enfermedad, se quedan en casa.
El dia de la maraton  me levanto entonces mucho más temprano de lo que estoy acostumbrado a hacer un domingo. Camino unos cientos de metros hacia el norte y recojo a las chicas y vamos juntos en metro hasta la Köpistrrasse. El dia aunque algo fresco disfruta de un sol espléndido y da alegria ver a tanta gente disfrutando y sonriendo mientras corren, en grupo o solitarios, sin apenas ropa o cubiertos de cualquier disfraz absurdo, junto a la entrada y la salida de los lugares donde se consume la noche. Vemos pasar a nuestro maratón papi y volvemos al transporte público. En los vagones nos cruzamos con decenas, cientos de famliliares, la mayor parte esposas o maridos e hijos. Por alguna razón que desconozco parecen en su mayoria daneses. Llegamos a la  Kudamm en el centro del Oeste, y aqui tenemos una hora para esperar a volver a ver a nuestro amigo, pero pasa rápido entre charangas y otro tipo de cuadrillas musicales. La gente a la que vemos pasar ha corrido ya 30 kilómetros y en su mayoria ya no sonrien tanto. Vemos pasar de nuevo a nuestro objetivo que saludo ya menos efusivamente y tenemos que dirigirnos corriendo a la boca de metro, el tiempo ahora es mas justo.
Llegamos a la hora prevista a la esquina previa a la recta final, en la puerta de Bradenburgo y a los pocos minutos veo a Grego de lejos arrastrando los pies. Le llamamos y en un primer momento levanta la cabeza y continua aparentemente con pocas fuerzas. A los pocos pasos parece darse cuenta de lo que queriamos decirle y regresa arriesgando la colisión con otras personas igual de cansadas que el. De algún lugar de su interior saca las fuerzas que necesita y agarra el carro con su pequenya, y vuelva al camino principal. Maria y yo le seguimos un rato corriendo a su lado, dandole animos, pero lo perdemos cuando se acerca a la puerta de Brandenburgo y la multitud no nos deja avanzar. En algún momento una ninya de Madrid de pocos meses sentada en un carrito de ruedas empujado por su padre vestido de pantalón corto y tirantes rojos debe haber pasado por debajo del carro donde una diosa Victoria centenaria parece querer partir bajo del impulso de unos caballos tambien de hierro centenario.
Al poco el debe haber llegado ya a meta, pero nosotros aun necesitamos casi dos horas para circundar la zona de llegado y encontrarnos con el en la zona planificada al efecto. Ya con mas fuerza, hablamos de como ha sido su experiencia, y orgulloso, terminamos el dia engullendo grandes cantidades de comida alemana en un restaurante no muy lejano.
Dejo a  la familia regresar en calma a su residencia temporal y yo regreso a mis dominios a leer un poco e inyectarme mi dosis de metaanfetamima televisiva dominical. Antes de acostarme y afrontar una nueva semana, limpio la bandeja de pasta al horno de su contenido.