jueves, marzo 14, 2013

Buenos dias

Si me preguntaran como tiene que ser una buena semana en Berlin, no digo una especial o recordable, sino un buen fin de semana, una contribución más, un representante semanal de la clase media de un anyo saludable y con un alto PIB, creo que podria elegir los dias entre el miercoles 23 y el viernes 27 de enero.
En realidad no es una semana, sino media, pero bien podria ser que todas las medias semanas fuesen asi. 
El miércoles 23 fue un dia de trabajo normal, con poco resenyable, y quizás eso sea bueno, pues significa que el trabajó avanzó y no puedo recordar ningún problema o escollo que me hiciese volver a casa con el cenyo fruncido. Regresé además acompanyado de Tunc y llegamos a casa para cocinar, o mejor dicho, para volver a dejarla al rato y salir a comprar los ingredientes que mi companyera de piso no alemana y cocinera de la jornada nos recetó. Cómo suele ser habitual terminamos muy tarde de cenar, y esta vez casi sin remedio, descarté involuntariamente trozos del film para cerrar los ojos un rato. No recuerdo quien vino, creo que poca gente esta vez, y el film aunque de temática interesante, no logro entusiasmar a ninguna más alla que para sacar un par de frases acerca de la gentrificación en las grandes ciudades. Eso si, terminé durmiendo con la melodia meditteraneo-oriental que eternizaron Dick Dale y Tarantino en la banda sonora de Pulp Fiction.
Si la semana fue buena fue porque trabajé de verdad. Tanto es así que el jueves me quedé de nuevo el ultimo en la oficina. Habia llevado conmigo el banyador y otros utensilios necesarios para nadar y/o volver seco a casa tras el banyo, pero en el último momento decidí cambiar vapores y paseos en el agua por carreras en ellas, y el autopremio que me di en las termas me lo agradeció mi cuerpo y mi mente. Pese al relax a veces excesivo posttermal, que a veces parece retener la porción de tensión necesaria para trabajar de forma productiva, logré el viernes mejorar los modelos matématicos de los que algún dia espero poder escrbir un buen trabajo. Claro que no trabajé tanto como el dia anterior, pero si al menos tanto como el mejor de los viernes caseros hasta la fecha. Luego, mi compi no alemana, decidida a formarse como camarera competente para rendir bien en su nuevo empleo nocturno se dedicó a preparar cócteles, y salí de casa con un poco de combustible bien mezclado en el cuerpo para afrontar el primer viernes realmente frio del 2013. Luego me junté con Pedro junto al biosupermercado frente al cementerio tras la biblioteca frente canal en el barrio de Kreuzberg, y nos adentramos en los espacios abovedados junto al dudoso club nocturno de nombre Miami.
Abrazos, reencuentro con amigos, bailes, discusiones filósoficas y un reencuentro con una extranya muchacha que nos abordó un dia en castellano en otro bar, y de bueno volver a casa, esta vez con purpurina en la cara y ganas de dormir pero sin una ebriedad manifiesta.
Sin ebriedad no hay repercusiones tardias del alcohol al dia siguiente, en el que puede tocar la bateria, comenzar a leer un poco del pensamiento de Wittgenstein, y ver ratos de un partido de basket por la tele siesteando, hasta que me di cuenta de que era hora de salir a cenar. Me junté con un par de viejos amigos del master, la pareja de uno y su amiga tambien muy conocidos mios por las sesiones de cine de los miércoles, y nos tomamos unas cuantas birras, nos llenamos la tripa de comida mexicana e ingerimos algo más de alcohol.
Luego regresé a casa, poco pasada la medianoche, y revisité una pelicula olvidada, continué leyendo a Wittgenstein, lei un poquito sobre lo que pensaba Popper del anterior y de otros asuntos, y terminé acostándome observando las acciones de la mente perturbada que encarna Luis Tosar como portero de un edificio de la la zona burguesa de Barcelona, una pelicula que me gustó aunque no tanto como pensaba por la recomendación que recibí.
Un par de horas después y con el mismo frio seguia en casa, para que salir en estos dias de invierno, y en mi cabeza bailaban agarradas ideas de mentes perturbadas y obsesivas, ficciones y pensamientos de filósofos especulando sobre la felicidad, con cumbia y pesados bajos de sintetizador.
El domigo no me llamaron a jugar al baloncesto virtual con una consola sony, asi que disfruté tranquilamente de un gran plato de pasta al mediodia y otro por la noche, tras leer algo más, tocar la bateria y ver la final del campeonato del mundo de balonmano. Y el domingo tocaba a su fin, sin resaca, ni calores, ni sudores, ni bocas resecas.