viernes, octubre 27, 2006

El cielo es azul sobre Berlin

Me levantaba de nuevo cansado, pero lograba salir de casa antes de las 10 de la manyana. Iba a comenzar la tercera semana con el proyecto, y parecia que por fin, podia comenzar a avanzar. El otonyo seguia creciendo, pero aun dejaba al sol brillar en el cielo. Encuentro el modelo matematico que necesito, escondido en un lugar tan obvio com el manual del programa, y comienzo a entenderlo. En el intermedio voy a comer con Leo, que me recuerdo que el cielo es azul sobre Berlin, como aquel dia en el que hace apenas unos meses sus paisanos vestidos de ese mismo color vencian a los tambien futbolisticamente azules franceses, y se llevaban esa copa que de nuevo tantas pasiones habia desatado. Me encuentro a mucha gente por el campus que hacia mucho tiempo que no veia y comemos con Gabriel y los nuevos estudiantes, que se enfrascan en la enesima conversacion política sobre Chavez. La cafeteria esta, como todos los dias, tomada por los espanyoles, erasmus en su mayoria.
Despues del te volvemos al despacho, pero mi falta de concentración no me deja mucho margen para el trabajo. Decido ir a comprar unos auriculares nuevos dando un paseo por Charlottenburg. De nuevo vuelvo a descubrir teatros y cines escondidos en esta parte de la ciudad que tan poco visito. Al final vuelvo a desembocar en la calle cortada al trafico para las compras, y despues de sacar dinero y bastante despejado tras la breve caminata, me hundo en el msyorista de los electrodomesticos. Vuelven a cansarseme los ojos y a dolerme la cabeza, pero salgo del establecimiento con los articulos que necesitaba. Llego a casa y sorprendo a Felix a punto de irse. Extranyamente no tengo hambre y solo pienso en dormir, pero despues de probar uno de los crepes prenyados de crema de castanyas que hacian Susanne y Steffan, no puedo remediar el repetir. Se olvida el incidente del sabado y las bicicletas, y de nuevo parece que la armonia encuentra su lugar en la WG. Yo encuentro el descanso que queria en mi cama. Despierto algo mas tarde, para pasar el resto de la noche jugueteando con la cámara que me deja Steffan y comunicandome con la familia.
La luna vuelve a irse y el sol vuelve a levantarse en el Oeste. Cuando ya comienza a levantarse, casi a punto de estar en lo mas alto, llego al despacho de la universidad. Evidentemente, de nuevo mas tarde de lo debido, pero debidamente desayunado. Cargo una mochila exageradamente grande para ir a la universidad, pero esa tarde he quedado para jugar a baloncesto. Al llegar tan tarde retraso la comida hasta el final del trabajo. Con la barriga vacia vuelvo a pasear tras el trabajo, esta vez cruzando el Spree y llegando a Moabit, un barrio que es conocido por tener una carcel y los juzgados de la ciudad. Como un reo camino que ha cambiado la pesada bola metalica por una mochila que lleva unas gigantescas botas de la talla 46 y que busca un descanso asiatico para su no menos gigantesca hambre.
Al final no encuentro mas que otro turco mas, y a mi me encuentra de pronto una nostalgia extranya que coincide con el oscurecer del cielo. Compro gel y algo de chocolate para abrigarme de esos vientos que llegan de lejanos lugares, pero antes de que me lleven como a tantas hojas que ahora reposan en las calles, aparecen Omar y Ana, y me llevan al pabellon del colegio para jugar un rato al basket. Es de nuevo otro grupo como los que encontraba al principio de mis andaduras por Berlin con Tunc los que estan con nosotros en el pabellon: con una distribucion normal de edades entre los 20 y los 60, y un par de mujeres a parte de Ana que participan con igual entusiasmo y deportividad que los otros. O como todos, eso intentamos. Por mi parte, la rodilla responde bien, corro un par de veces arriba y abajo y acabo con esa agradable sensacion de haberte vaciado un poco de adrenalina y grasas. Como grupo de amigos que son, el conjunto de licenciados en derecho que han jugado al baloncesto, con nosotros, se reunen despues del partido para departir sobre sus casos. Nos invitan y acabo inmiscuido en una conversacion sobre las guarderias y la educacion en edad infantil con 2 tipos alemanes con aspecto gay, pero que son ambos padres y juristas. Vuelvo a casa aun con hambre pese al medio litro de cerveza, asi que me preparo una extranya tortilla de espinacas con los restos que encuentro por casa, que engullo viendo un documental sobre una cubana 20 anyera casada con un aleman rico y cuarenton. Vuelven las preguntas vitales: me quedaria yo por aqui? (Evidentemente no por casarme con un aleman cuarenton) Y surge la polemica cuando mis companyeros me consideran estudiante de intercambio y no un emigrante en Alemania. Probablemente, no sea aun lo segundo, pero estoy practicamente convencido de no ser mas lo primero. Azuzo la conversacion para ver donde me colocan mis companyeros y donde me situo yo. Aun tratando de situarme se me cierran los ojos.
Los miercoles, semana si y semana no, hay presentaciones de trabajo en mi departamento. Las de la semana pasada las segui luchando contra el suenyo de nuevo. Despues toco comida con los profes del departamento, lo que equivale a escasos 20 minutos, sin cafe ni sobremesa. Eso solo con mediterraneos. Despues, una larga sesion de trabaja asaltada como no puede ser de otra forma por mis bandidos y recurrentes pensamientos, no siempre necesariamente negativos. Por tercer dia consecutivo salgo de casa salgo del instituto y continuo caminando por las calles adyacentes, volviendo como el lunes por las calles burguesas de Charlottenburg haciendo tiempo antes de comenzar mi curso de baile. El lugar de celebracion: el colegio publico Joan Miro. El descubrir que bailo en un colegio sube un grado mas mi excitacion y curiosidad. En la escalera pregunto a un tipo ya en edad de jubilación pero delgado que trata de subir un gran altavoz por la escalera. Me responde que le ayude y suba con el a la sala de baile. En una sala muy grande seguramente pensada para representaciones escolares, teatro o ballet, nos encontramos unas 20 personas. La mayoria, mujeres. Formamos un circulo, y la musica comienza a sonar: ritmos tradicionales, acordeones, flautas y panderetas. Y un dos tres, un dos tres. Nombres que tardare en recordar, bailes ya casi perdidos y pies que se pierden agarrados a las manos de otros. Me rio, salto, corro y sudo. Una hora y cuarto despues, todavia resonando en mi el Morrisey, vuelvo a casa convencido de haber elegido el curso que necesitaba. Aunque en la primera sesion casi todo fueron danzas lentas y armonicas, al final se vislumbraban ritmos griegos mas rapidos y desenfrenados, y el profesor anunciaba para los mas osados la posibilidad de aprender danzas de los griegos pontos, reliquia arqueologica de la danza aparentemente salvaje y desenfrenada que segun cuentan algunos lleva a un estado similar al trance. Y sin necesidad de drogas.
Todavia en el trance de satisfaccion por mi eleccion, llego a casa y se lo cuento todo como un ninyo pequenyo a mis companyeros. Otra vez juntos, pero no revueltos vemos un rato mas la tele antes de concluir un dia que por fin, me parece maravilloso.
Tanto que el jueves otra vez me olvido de madrugar. Salgo de casa tarde y aun tardo un rato mas porque todos los trenes son cortados en Hauptbahnhof. Tras 2 cambios de trenes entre quejas de alemanes tan perdidos como yo, llego a la uni despues de pasar sin parar por la estacion de Bellevue. Como en un capitulo de CSI, muchos policias buscaban algo en un tren parado que era el causante de tantos retrasos.
En la uni paso el dia con Leo y Juanvi. Llega un nuevo estudiante venido de Shangai que parece algo despistado. Mas mensa y cafes, espanyoles por todas partes. Mis pensamientos saltan de aqui a alli, y finalmente llega mi fin de semana. Esta vez, el plan era volver a casa en bicicleta desde la universidad. Como la mia sigue estropeada, me lleve la de Cristina o la de su primo, que aun no se cual es cual. Al salir todo parecia ir como yo, sobre ruedas, pero pasadas las puertas de Charlottenburg comienzo a notarme inusualmente cansado y a costarme cada vez mas pedalear. Cuando llego a mitad del parque, de nuevo frente al angel dorado, me doy cuenta de que la rueda delantera apenas tiene aire, y desisto de continuar en estas condiciones. Camino de Hauptbahnhof arrastrando la bici a mi lado, me doy cuenta de que cada vez me enceuntro mas cansado, y psando por delante de la cancilleria solo pienso en llegar a casa. Antes de llegar a mi objetivo paso por el supermercado, y me olvido con el cansancio de la bicicleta en la puerta de este. Llego y me tumbo, terriblemente cansado, y comienzo a ver teleseries con desgana (al gordo del Queens y un par de telecomedias mas) y me vuelvo a quedar dormido. Cuando despierto, como cuando llegue, sigue sin haber nadie por casa. Asi que me preparo una cena, dispuesto a olvidarme un poco de todo, y ver una peli mientras mato el hambre.
Al final eligo El Angel Exterminador de Bunyuel. Veo la pelcula de Bunyuel, completamente absorto y cada vez mas inquieto. Pasa la media noche y sigue sin aparecer nadie. Solo Seelim aparece pero permanece brevemente y se vuelve a ir con una de las bicicletas. Totalmente perturbado con le pelicula, y convencido de encontrarle aun mas sentidos, la veo de nuevo. Asi como en la pelicula hay un grupo de gente que debido a una fuerza sobrenatural no pueden salir del salón donde comenzaron a festejar, comienzo a tener la sensación de que nadie puede entrar en la vivienda donde yo ahora contemplo la pelicula. Me acuesto entrada ya la madrugada aun solo en casa, y me pregunto en que momento comenzaran a sonar las campanas y a entrar borregos por la puerta. Morfeo se adelanta al Angel Exterminador y tengo que esperar hasta la manyana siguiente para encontrar una explicación.

escuchando-> The Strokes & Wolfmother
leyendo-> Cooling Towers