jueves, enero 25, 2007

Un tormento tras una tormenta

El jueves estaba destinado a ser, finalmente, el dia en el que las matrículas se devolverían.
También era el día en que debería haberme recuperado de mi súbita y extranya enfermedad. El segundo de los supuestos si que ocurrió. Aunque fuese tan solo por la fuerza de voluntad que me llevó a levantarme a las 8 menos cuarto y llegar a la clase de absorción tan solo 15 minutos tarde.

La clase, además parecía estar planificada para mi, y en ellas tratamos algunos de los aspectos sobre los que pensaba hablar en mi presentación. A las 10 ya estaba en la sala de extranjeros de nuestro departamente, incorporando las ideas que me habian llegado del profe a mi adolescente presentación. Entre bromas con Shiva y demás llegó la hora de irme a comer. Esta vez fui al edificio de psicología, porque aún no había comido por alli con Dani.

Después salí decidido esta vez si a entregar las dichosas matriculas, que sobresalían de mi bolso como paquete postal. Esta vez tampoco pudo ser, y todo, por el dichoso ciclón Kyril, que vino de visita por Alemanía para llevarse unas cuantas vidas y una viga de la nueva estación central de esta ciudad. Menos mal que estaba cerrada. Y no solo ella, sino también el resto de oficinas estatales, regionales y autonómicas. Aquí también disponen los funcionarios de este tipo de privilegios, y aunque el ciclón pasaba a las 6, a las 3 ya estaban cerrando. Y dejando, literalmente con la puerta en las narices. Al profe Tsatsoronis, al que me crucé por alli, le pasó lo mismo. Volvía a casa con las punyeteras matrículas y la dirección de una libreria de novela negra y otra de literatura fantástica a la vuelta de la esquina del edificio del que me echaron.
El ciclón, al menos visto desde la ventana de casa, paso como un rato de lluvia muy intensa y viento muy fuerte. Cuando a las 7 sali a las clases de batería ya no caían apenas gotas. A la salida de las clases todo parecía normal. Solo por las noticias me enteré poco después de todo lo que había pasado.
El asunto de las matrículas lo liquidé finalmente el viernes por la manyana. Este viernes, casi por obligación, si que iba a la uni, justo después de que me cobrasen veinte euros por agujerearme las matrículas. Le regalé una a Leonardo y la otra se ha quedado como decoración en mi habitación. En mi otro cuarto, el de la uni, seguí trabajando con la unica pausa casi obligada del mediodia para ir a tomar pescado a la mensa. Llegaba a casa y seguía tratando de cumplir un calendario trazado especificamente para el fin de semana y consistente en trabajo en casi un 80 por ciento del tiempo. Cuando me cansé de preparar diapositivas fui hasta la esquina del döner de pollo, me cargué de grasa turca y me senté a comer frente al portatil esta vez en modo ocio. Los reedukadores (Die Fetten Jahre sind vorbei, en alemán) me rascaba en esa esquina idealista que nunca he querido perder, y mostraba de forma realista y sin caer en los tópicos más de lo necesario para tirarlos abajo, esos lugares oscuros donde se cruza nuestro idealismo con nuestras fatigas diarias. Aunque estos lugares en la película fuesen unos montes preciosos y las calles de mi querido Berlin. Como no dormir bien despues de unos una noche en la que los suenyos se me habian aparecido antes de cerrar los ojos.
La manyana me devolvió a la realidad y otra vez a continuar con la presentación que nunca acababa. No desayunaba hasta las 6, esperando un brunch del que me habló Steffan y que finalmente no se llevó a cabo. Casi mejor, porque asi podia continuar escribiendo fórmulas y haciendo dibujitos. Además, al final, el brunch se convirtió en unos Käsespatzle que Steffan preparó con la ayuda de un par de paisanos. Estaba todo yendo tan bien que no se me ocurrió nada mejor que resbalarme en la entrada, caer al suelo y tirar conmigo la lampara esférica que desde el dia anterior teníamos en el pasillo, y que se convertía en un puzzle de miles de diminutas piezas al caer al suelo. Mi ánimo no decayó, y después de un par de cervezas y mirando atras dos días de trabajo, salí a juntarme con la noche.
Berlin vuelve siempre a descubrirme lugares nuevos, pero cada vez encuentro mas rostros conocidos en ellos. Esta vez despues de dejar a una companyera de baile folclorico en el tren, me junte debajo de las vias por donde este pasa y al lado de la embajada china, con la ya habitual comisión venezolana. En la fiesta, que casi obligada por el momento llevaba el nombre de "World Beats" me encontre con el croataitaliano amigo de los Sayer que resultó ser amigo también del amigo de Elisa con el que pasamos una noche entera en una pizzeria en alguno de aquellos dias de agosto. El primero de ellos resultó conocer tambien a otra chica que me reconoció, amiga de Elena y excompanyera de piso del ya casado Häkon el noruego, y que habia aparecido en las dos fiestas de cumpleanyos que hasta la fecha he celebrado en la calle Warschauer y que hasta entonces no había vuelto a ver. Tampoco la vi después del saludo aquella noche, en la que pronto comenzó a desaparecer todo casi todo el danzante respetable, salida que yo tomaba no mas tarde de las cuatro.

Suficiente, pensaba, para poder trabajar al dia siguiente, pero, de nuevo, volvía a subestimar mis resacas. Para hacerla mas llevadera comi hasta hartarme en el Brunch del bar con mas que aspecto de gay perdido en el que estaban guillermo y Dani (no se como acaban encontrando locales de ambiente, aunque luego el publico sea variado), y al que llegué empapado a pesar de tardar menos de 5 minutos con la bici. Pensaba que después podrá continuar con mi plan de findesemana, pero la resaca, la batería, los QOTSA y las aguilas del Death Metal se encargaron de que tuviese que acostarme a las 4 de la manyana para poder terminar todo lo que le queria presentar a Annet.

Con los ojos como hechos de plomo llegué a la universidad para que Annet se encargase de eliminar todo lo sobrante, que era mucho. Comía y seguía pensando en la presentación, con toda la atención que el estado semiimsomne de mi cuerpo me permitía. Volvía a casa a encerrarme una vez más para preparar la versión definitiva.

El martes mas de lo mismo, solo que esta vez sin comer (desayuno pesado en casa) para poder ensenyarle a Annet la versión definitiva a falta solo de resultados. Vuelvo a casa dispuesto a conseguirlos, y también convencido de enganchar a Steffan o a una de las chicas y hacerles escuchar mi tostón. Esta vez, me lo había trabajado. Para dar las últimas pinceladas con espíritu artístico, le dejo a mi cuerpo reposar un rato antes de ponerme en faena. Cuando pretendo hacer esto último, me llaman desde Alicante que hacen subir mis nervios hasta lo mas alto de la Fersehturm. Tiene que llegar la media noche para sacarme del estado de histeria que comienza a manejarme como agnóstico del sentido común, y la comida que samaritanamente me dan Seelim y Susanne para poder reactivarme para los ultimos momentos. La presentación esta ya sí, lista para sentencia. No ha habido tiempo para contarsela a nadie, y son ya las 4 de la manyana. Aunque parece tener buen aspecto el resultado final se presenta como una incognita



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