domingo, octubre 21, 2007

4 dias de transición

El lunes y el martes de la semana del 20 al 27 de agosto se me presentan como dos grandes interrogantes cuando trato de abrir los correspondientes archivos de mi memoria. Supongo que serían dos dias de nubes sin lluvia ni calor, y que no traerían consigo nada especial.
Mi lucha contra las aranyas continuaba sin tregua, y cada vez con menos remordimientos. En el trabajo conocía ya a casi todo el mundo. En las pausas de la comida salimos a tomar Kebab al menos una vez a la semana, sólo los mas jóvenes y los mecánicos. Las otras opciones son la cantina de la empresa, que es a la vez pensión y bar tradicional nortealemán, la cantina de una caja de seguros frente a nuestro terreno, una pizzeria que reparte a domicilio y bastante cara y un restaurante que es el que mejor calidad sirve, con el correspondiente incremento de precio llamado la pocilga, y decorada como tal (aunque limpia). Trataré de describir en estas lineas el tipo de comida que se puede comer en cada uno de estos sitios.

El miércoles llovió bastante durante la manyana, por lo que la barbacoa planificada por nuestro departamento en la empresa se postpuso hasta la semana siguiente. En casa seguía sin hacer mucho más que leer en mi, cada vez percibida como mas oscura casa del muro, ver la tele y cocinar. Dirk sin nevera ni cocina en su nueva casa se apuntaba a diario a mis propuestas. El miércoles entré por primera vez en la tienda de productos biológicos del pueblo, e hice una buena compra para la semana. Descubrí por error que por un litro de leche de cabra debes pagar al menos tres euros, y con el resto de la compra y una receta aún guardada en internet preparé unos sabrosos pimientos rellenos de tofu.

La línea telefónica me puso en contacto con Alicante también ese dia. El viernes llegaban de visitia Isaaken y Alex, y encargué a mi madre un surtimento de productos nacionales para que el hombre de la eterna sonrisa me trajese a Berlin.

El jueves volvio a salir el sol en Neunbrandenburg, aunque aparentemente las temperaturas veraniegas parecian haberse ido con las nubes. Eso no quitó para que después de una jornada extralarga de cálculos de ciclos de absorción y balances energéticos, fuese a darme un banyo a la playa del lago mas cercana a mi casa del muro. Y a la vuelta, cenar algo con Dirk justo antes de ir con el a una sesión de cine de verano. “El que muere antes está mas tiempo muerto”, se llamaba la pelicula bávara que traté de descifrar (el acento de los actores, aunque muy gracioso para los alemanes, era bastante dificil de entender para un extranjero, sobre todo en un cine de verano lleno hasta los topes donde te toca sentarte detrás de los proyectores).

Pese a tomarnos la obligada cerveza y reirnos bastante, una cosa pareció quedarme clara:cuando necesitas al menos una sudadera en un cine al aire libre, el llamado cine de verano asi como este mismo parece que esten viviendo sus últimas horas.

El verano parece terminar por estas latitudes. Eso si, las bicicletas, aqui, también son para el verano y la primavera. Y los viernes, también terminan antes aqui: un par de horas después del mediodia, dirk y yo abandonamos nuestra pequenya ciudad para viajar unos cuantos kilómetros al sur. Quizás alli aun podamos alcanzar al verano en su huida.

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