miércoles, enero 31, 2007

Triste, catarsis; alegría y felicidad

El martes, sin saber ni cómo ni a que se debía, se apropió de mi una tristeza extranya, una melancolía carente de explicación que me cargó los ojos de líquido dispuesto a derramarse, aunque en ningún momento llegó esto a producirse. Y yo, extranyado, me preguntaba a que se debían estos síntomas de elfo sindar alejado del mar. Gris, como los ojos de aquellos elfos de las costas, se levantaba el dia en la ciudad, asi que puede que este manto también tuviese su influencia en mi repentino carácter. Esta vez no me encontré ninyos en el tren que me llevaba a la uni, cosa por otro lado imposible al tomar la u-bahn en lugar de la S esa manyana y cruzarme Kreuzberg antes de llegar a las aulas. Por otr lado tampoco tenia motivos para estar melancólico: me habia caido de mis suenyos eróticos antes incluso de sonar el despertador, desayunado con calma y en el vagón leía con tranquilidad. Visitaba el edificio de los arquitectos para presentarme a una plaza para un currillo por alli; pero er alli tambien, presa de mi anyoranza donde me sentia debil e inseguro. Sorprendentemente todo seguía yendo bien, y el tipo de la oferta me invitaba simpáticamente a hacer la entrevista el jueves. En el despacho solucionaba mis problemas del día anterior y en la mensa me encontraba con los colegas de estudio y cafeteábamos alegremente. Pero seguía pensando en triste.
En casa ya de vuelta, esta vez con dinero y compra realizada, Espanya perdía con Alemania al balonmano en la tele ajustada y, según el comentarista alemán, merecidamente. A mi me dejaba indiferente, pero me hacía salir corriendo a golpear percusiones. La hora entre las 19 y las 20, fue un lapso, sin sensaciones, sin ecos de olas entrando en la arena ni ningún pensamiento que pudiese apartarme de mis ritmos.
Al llegar a casa, descubro que me envian una canción de Gloria Gaynor, pero la transmisión se interrumpe. No importa porque tengo Yotube, que me deja escuchar lo que alguien quería que escuchase. Y con Gloria comenzamos a bailar en casa y a reirnos. Por una vez en semanas coincidimos todos a la vez en la cocina y nos reimos. La risa me aleja de las olas que me mojaban de dia, y descubro mi cura en la amistad. Cenar, hablar y el tiempo que pasa hasta la una de la madrugada transcurre libre de melancolías.
Parece que ese final del día tiene un efecto catársico sobre mi, y impulsado por las fuerzas del buen humor decido ir también el viernes a la universidad. No llego a ella ni muy pronto ni muy tarde, y, aunque no trabaje demasiado, los resultados que obtengo parecen ser buenos, muy buenos. A consecuencia de ello el pescado del viernes me lo papeo aderezado de buen humor. Hacía planes para invitar a unos tantos a mi casa a emborracharnos e inagurar el fin de semana, pero al sentarme a la mesa una nueva oferta me hace cambiar de opinión: surge la idea de ir a la ópera. Realmente nunca habría pensado en ese día para ir a ese tipo de acontecimiento, pero una de las cosas que mas me gustan en esta vida es hacer lo que te proponen inesperádamente.
Así que despues de darle 2 o 3 vueltas al asunto, gravitando todo el rato más cerca del si que de del no, decido finalizar mi sesión de trabajo del viernes, ir al edificio de matemáticas, y recoger a las jefas del sindicato PEESE y organizadoras. Subimos a un bus no muy lejano y aterrizamos en el centro de Unter Den Linden, la avenida mas ceremoniosa del Berlín prusiano y al lado de donde otros que mandaron por aqui ordenaron quemar montanyas de libros, como nos ensenyaban en Indiana Jones.
Aunque mandaban el traje, la corbata y el maquillaje, también se veía, como no podía ser de otra forma en Berlín, grupos de estudiantes mas o menos desarrapados pugnando por conseguir las entradas de saldo. Nosotros eramos los afortunadamente mejor situados de este colectivo, y asi conseguimos unas entradas en la segunda fila de sillas (desde donde veíamos el color de los calcetines y gafas de los músicos). El espectáculo comenzo con nosotros como (casi) punta de lanza y no puedo negar que me agradase, por momentos casi mucho. La puesta en escena, los vestuarios, la iluminación, todo muy berlinosamente moderno que contrastaba con la música e instrumentos barrocos que comentaban la pieza de unos siglos atras. Aunque, y esto tampoco puedo negarlo, pese a que en ocasiones me admirasen las voces, no pude dejar escapar mas de un suspiro y laargos parpadeos. Fue bonita la ópera, si, tanto como el histórico auditorio, pero la próxima vez que acuda a ver una representacón dramática en vivo trataré de que no canten en un italiano incomprensible que debes seguir con subtítulos. Creo que entonces si que podre salir del recinto tan entusiasmado como Marina o Myrto.
Su entusiasmo comenzó a pasarse por agua nada mas salir. Una ligera llovizna refrescaba la noche, y mientras ellas subán al primer autobús camino de su Charlottenburg occidental, yo caminaba por la avenida probablemente más conocida de la capital alemana y que un viernes aparecá casi vacía, pero hermosa. Casi hueca, como se mostraban ahora lo que un día fue el Palacio de la Republica que contemplaba dejándolo atrás, y que después de un larguísimo proceso de desmonte (por lo visto no se puede demoler) dejará paso a una ficticia reconstrucción del palacio de los Reyes. Será seguro más bonito que Alexanderplatz, donde subia al metro rumbo a casa, pero tan vacío de historia y sentido como lleno de aire queda ahora el asbestizado ex-palacio de la republica.
En casa apenas me da tiempo a preparanos dos sandwichs raqutícos antes de volver a salir: cuando estoy de buen humor necesito partir un cacho de noche. Salí a buscarla a la frontera entre PBerg y Fhain, rodeado de adolescentes borrachos y vestidos de antimoda que iban a la TRashparty del Magnet. Despues de muchos retrasos me reuní con Omar y un 6-pack de cervezas. Unos cuantos retrasos y perdidas después encontramos el restaurante donde un colega suyo ejerce de cocinero y donde pasada la media noche aún cenaban Wim Wenders y unos cuantos más. Seguímos perdiendonos por unos minutos hastal que encontramos nuestro destino definitivo: la fiesta de despedida de un chico espanyol al que yo por primera vez conocía y que nos obsequió con su hospitalidad, su simpatía y su alcohol. Fue lo mas parecido a un botellón que he vivido en Berlin desde hace muchos meses, y lo abandoné en un notable estado alcohólico para regresar a casa después de un fallido intento de ir a bailar al Magnet.
El sábado pese a la ingestión de alcohol de la noche anterior no hube de maldecirlo: no sentí sus efectos secundarios, posiblemente porque nada más desayunar el ruso loco amigo del piso vino a cortarle el pelo a Steffan cargado de una botella de Sekt que comenzamos a degustar. Cuando a Steffan comenzó a caérsele el pelo salí a que el aire afectado de sol entrase en contacto con mi piel, siguiendo una rota semiplanificada con la bici encaminándome al noreste de Berlín. Pasé por zonas residenciales que nunca pensé encontrarlas donde lo hice, junto a polígonos industriales marcados en chino, con ruinas y vayas caidas, que desembocaban después de cruzar una avenida inmensa y una nueva zona residencial en la cárcel del servicio secreto de información de la república democrática alemana. El arquitecto debió ganar el premio Nobel de la sordidez, o al menos eso es lo que merecía su estructura externa. La interna, a la que no pude acceder por llegar ya tarde, tendré que evaluarla en alguna próxima excursión. Continué así por un trozo de ciudad casi vacío de gente, donde no encontré skins ninguno aunque si a un abuelo que casi me atropella al realizar un giro impaciente, para después desafiarme a la puerta de su coche mientras que yo sin entenderle y sin ganas le dejaba atras siguiendo mi ruta. Al final, ya sin luz natural encontré mi objetivo inicial: en otra zona de extranya ubicación, entre bloques soviéticos y bosques se encuentran rodeando a un lago una serie de Villas de principios de siglo (supongo que de ahí el nombre del bario "Casas Bonitas parte alta") y desentonando entre ellas una pequenya casa de lineas superracionales que parece ser una de las primeras obras de Miles Van der Rohe. Evidentemente también estaba cerrada a la hora de mi llegada, así que después de una vuelta a los alrededores volví a casa aún a tiempo de llegar al super y comprar los últimos ingredientes para la cena.
El problema fue que después de mucha dedicación y carinyo esta no estaba lista a la hora prevista, y tuve que dejar la empanada gallega en el horno, dispuesta para ser devorada al día siguiente. Afortunadamente pude robar algo cocinado por Steffan y beber un par de birras antes encontrarme con la gente del día anterior: otra vez noche venezolana.
Al ser el primer sabado de més nos esperaba una fiesta de los DJs de la regla, pero antes pasamos a hacer fiestaturismo por Kreuzberg y conocer el enésimo local nuevo (el West Germany) en medio del corazón turco de Kreuzberg y metido en medio de unas oficinas, pero que aquel sábado celebraba un cumplenayos en el que no duramos mucho. Para joder un poco, de pronto mis duelas comenzaron a dolerme de manera insoportable: sabía desde hacía meses que debía visitar al dentista, pero hasta aquel día no había sufrido una verdadera urgencia como ella. Y el calvario hasta el barco en el Spree se sucedió con distintas estaciones: primero paramos a por birras, luego perdimos a un tunante empenyado en comprar sustancias fumables, luego paramos a buscar a un grupo de italianos. La ultima parada fue al menos más amena, viendo en Striptease de la fiesta de Reinugaración de la sociedad de transgidivas llamada "Barbie Deinhoffs" en medio de la calle con otros tantos espectadores accidentales. Al final, los italianos, muy simpáticos por cierto, y que venían de la Koppi, con la carga de piercings y/o crestas, y/o prendas negras que eso conlleva, vinieron con nostros, pero con un criterio muy consecuente con sus gustos musicales decidieron no entrar al bote latino. Yo si que lo hice, y comprobé que las canciones comienzas a conocerlas tras la tercera o cuarta visita. Algunas reincidencias musicales te alegran y te llevan a saltar (ska, reagge, Los Fabulosos Cadillacs...) pero otras, por lo menos al que escribe estas líneas, le encaminan directamente a la barra y a truquear dinero por cerveza.
Y es que además hay que tener en cuenta que el dolor no desaparecía. Pudo ser en parte anesteisiado tras la cuarta o quinta cerveza, cuanda ya apenas quedaba nadie en el local, y momentos antes de volver a cabalgar mi bici de vuelta a la calle Varsovia. La empanadilla del horno me supo deliciosa.
Cuando desperté con la boca seca, dispuesto a cortar un par de trozos más de mi obra maestra con cebolla y atún, me dí cuenta de que me dinero no había sido malgastado, y que el alcohol, lejos de haberse escurrido por algún bolsillo, se había instalado comodamente en mi cabeza. En domingo no supone esto ninguna sorpresa para mi persona, y en este dia, la molestia no fue tal.
Molesto y jodido debía estar Daniel. Al final, el no habia venido con nosotros la noche anterior. Por lo visto, uno de sus companyeros de Residencia, había termianado con su respiración de forma definitiva después de saltar al paso de un vagón de tren. El chico, al que según tengo entendido yo pude conocer, parecía tener una sonrisa maravillosa en la época que todos dicen que es mejor para vivir: nadie se explica por que lo hizo, y con Dani aún no he podido hablar para que me lo explique. Su teléfono daba rápidas negativas por respuesta. Decidí tapara un poco los gritos del alcohol y callarlos con empanada. Funcionaba solo en parte, y después de arreglar un par de asuntos con el ordenador todavía me hacían cosquillas donde es menos agradable.
Así que avancé mi evasión mensual y me dirigí al lado del barco donde estuve bailando gran parte de la noche anterior, aunque esta vez con intenciones recuperativas. Entre agua condensada, unas toallas y mas gente que buscaba lo mismo que yo, sane mi piel, y calmé mi mente. Que me encontrase con unas chicas conocidas por allí, solo fué una divertida anécdota que solivianté con una naturalidad inesperada. Mi cuerpo volvía a estar listo para otra semana mas.
escuchando-> Los Fabulosos Cadillacs
leyendo-> Oscarcito pasea su "Tambor de Hojalata" ahora por la París ocupada

lunes, enero 29, 2007

Un lunes

Es lunes y son las 21:55. Aprovecho mientras se cocina la carne de cerdo cortada al estilo Gyros, para actualizarme, pero antes, me apetece relatar el dia de hoy. En Radioeins emiten una sesión de rock psicodelico que se oye de fondo entre el crepitar de carne, patata y pimientos.
Llevo en casa desde antes de las 18h y hasta las 21h15 minutos, concediendónos una cierta relajación de la exactitud a la hora de mirar el reloj, no habia vuelto a hacer algo productivo con el portatil. Desde las nueve y cuarto hasta que el hambre me pudo del todo, traté de solucionar el problema que me causaba TRNSYS y que me habia producido dolor de cabeza. El problema que se seguía reproduciendo en mi portatil al igual que en la universidad.
22:00 la carne comienza a oler bien. Había salido un poco antes de lo que pensaba de la Universidad (salí a las 17:30 horas) porque comenzaba a dormirme delante de la pantalla, mientras microsoft me pedía que les reportase el problema que me jodía la simulación. Como además estaba empezando a notar esas preocupaciones nerviosas que me ocupaban en otonyo, decidí que lo mejor era salir del despacho, subir al metro y relajarme en el U2 como preliminar de la siesta que me esperaba en casa. Antes pasé por el DBank de la plaza de Ernesto Reuter.
En el vagón me relajaba de nuevo, olvidándome por un momento de simulaciones leyendo sobre problemas que no solo me afectan a mi sino a mas gente (leer la nota de pie), devorando vorazmente páginas parando tan solo a escuchar a un músico ambulante que vino a hacernos companyia acompanyado del instrumento mas antiguo que haya visto a un músico de metro. Y debía pesar lo suyo el pedazo de tabla además. Lástima que en banco tan solo hubiese encontrado 6 euros en cuenta, que no pude sacar, porque si no gustosamente le habría dado algo. Y como no tenía ni para dar dinero a músicos ni a nadie, fuí directamente a casa sin pasar por el supermercado.
Allí parecía que por fin llegaba la calma, pero mientras me ponía el último cd de los de la penúltima línea del post, de pronto todos mis nervios se reavivaron de nuevo. Mi corazón latía como en las animaciones del CSI, y aunque lo intenté y casi lo logré, pasó la hora de la siesta casi sin dormir. Y tuve que ponerme a perder el tiempo por internet para relajar de nuevo mis bombeos de sangre y mi mente, atontarme y sentirme de nuevo tranquilo. Pero claro, pero para cuando pasaban esto el reloj marcaba, mas o menos, las nueve 15.
Eso decía el mismo despertador que me había despertado a las 9. Y por la manyana, aunque he de decir que me notaba con humor de lunes, no habría dicho que 10 horas después iba a estar así de nervioso. Con lo soleado y poco frío que comenzaba el día. El tren de las 1o con poca gente, los ninyos jugando en el junto a mi. Aunque ahora que lo pienso, quizás fuese eso.
Puede ser que los ninyos que subieron en manada, y a los que mirada absorto, germinasen una idea como una bomba retardada, que ha ido soltándose con el tiempo de su escondite tras mi córtex, vibrando cada vez más con su tic tac, cayendo poco a poco, entrando en resonancia con mi corazón. Si definitivamente tiene que tratarse de eso. De Sofía, la ninya que besaba al chico que estaba a dos asientos del mio, justo después de ella. El mismo ninyo al que la ninya de su otro lado acariciaba y peinaba. El mismo ninyo al que la maestra llamaba la atención, y transmitía el mensaje de prohibición que el habría de transmitir hasta Sofía, una censura ya infantil del amor y el presexo preprecoz. Puede que el sol me haya cegado al salir del tren.
Pero ahora que me he puesto ha contarlo todo, ha venido claro a mi mente, como en una sesion de la practica freudiana. Que al fin y al cabo, es lo que siempre ronda mi cabeza. Pensar en trabajos, en partidos, y hablar con los companyeros, no es sino el espacio al que envuelve estas ideas en orbita por mi cabeza. Puede ser por eso, que aunque ahora vuelva a estar tranquilo, después de haber dejado de hacer todo lo que quería esta tarde, vuelva a encontrarme en medio de su trayectoria giratoria. Pero ahora el reloj late más lento.

escuchando-> The Decemberists
leyendo-> El tema de "Mileuristas" dedicado a la vivienda

jueves, enero 25, 2007

Un tormento tras una tormenta

El jueves estaba destinado a ser, finalmente, el dia en el que las matrículas se devolverían.
También era el día en que debería haberme recuperado de mi súbita y extranya enfermedad. El segundo de los supuestos si que ocurrió. Aunque fuese tan solo por la fuerza de voluntad que me llevó a levantarme a las 8 menos cuarto y llegar a la clase de absorción tan solo 15 minutos tarde.

La clase, además parecía estar planificada para mi, y en ellas tratamos algunos de los aspectos sobre los que pensaba hablar en mi presentación. A las 10 ya estaba en la sala de extranjeros de nuestro departamente, incorporando las ideas que me habian llegado del profe a mi adolescente presentación. Entre bromas con Shiva y demás llegó la hora de irme a comer. Esta vez fui al edificio de psicología, porque aún no había comido por alli con Dani.

Después salí decidido esta vez si a entregar las dichosas matriculas, que sobresalían de mi bolso como paquete postal. Esta vez tampoco pudo ser, y todo, por el dichoso ciclón Kyril, que vino de visita por Alemanía para llevarse unas cuantas vidas y una viga de la nueva estación central de esta ciudad. Menos mal que estaba cerrada. Y no solo ella, sino también el resto de oficinas estatales, regionales y autonómicas. Aquí también disponen los funcionarios de este tipo de privilegios, y aunque el ciclón pasaba a las 6, a las 3 ya estaban cerrando. Y dejando, literalmente con la puerta en las narices. Al profe Tsatsoronis, al que me crucé por alli, le pasó lo mismo. Volvía a casa con las punyeteras matrículas y la dirección de una libreria de novela negra y otra de literatura fantástica a la vuelta de la esquina del edificio del que me echaron.
El ciclón, al menos visto desde la ventana de casa, paso como un rato de lluvia muy intensa y viento muy fuerte. Cuando a las 7 sali a las clases de batería ya no caían apenas gotas. A la salida de las clases todo parecía normal. Solo por las noticias me enteré poco después de todo lo que había pasado.
El asunto de las matrículas lo liquidé finalmente el viernes por la manyana. Este viernes, casi por obligación, si que iba a la uni, justo después de que me cobrasen veinte euros por agujerearme las matrículas. Le regalé una a Leonardo y la otra se ha quedado como decoración en mi habitación. En mi otro cuarto, el de la uni, seguí trabajando con la unica pausa casi obligada del mediodia para ir a tomar pescado a la mensa. Llegaba a casa y seguía tratando de cumplir un calendario trazado especificamente para el fin de semana y consistente en trabajo en casi un 80 por ciento del tiempo. Cuando me cansé de preparar diapositivas fui hasta la esquina del döner de pollo, me cargué de grasa turca y me senté a comer frente al portatil esta vez en modo ocio. Los reedukadores (Die Fetten Jahre sind vorbei, en alemán) me rascaba en esa esquina idealista que nunca he querido perder, y mostraba de forma realista y sin caer en los tópicos más de lo necesario para tirarlos abajo, esos lugares oscuros donde se cruza nuestro idealismo con nuestras fatigas diarias. Aunque estos lugares en la película fuesen unos montes preciosos y las calles de mi querido Berlin. Como no dormir bien despues de unos una noche en la que los suenyos se me habian aparecido antes de cerrar los ojos.
La manyana me devolvió a la realidad y otra vez a continuar con la presentación que nunca acababa. No desayunaba hasta las 6, esperando un brunch del que me habló Steffan y que finalmente no se llevó a cabo. Casi mejor, porque asi podia continuar escribiendo fórmulas y haciendo dibujitos. Además, al final, el brunch se convirtió en unos Käsespatzle que Steffan preparó con la ayuda de un par de paisanos. Estaba todo yendo tan bien que no se me ocurrió nada mejor que resbalarme en la entrada, caer al suelo y tirar conmigo la lampara esférica que desde el dia anterior teníamos en el pasillo, y que se convertía en un puzzle de miles de diminutas piezas al caer al suelo. Mi ánimo no decayó, y después de un par de cervezas y mirando atras dos días de trabajo, salí a juntarme con la noche.
Berlin vuelve siempre a descubrirme lugares nuevos, pero cada vez encuentro mas rostros conocidos en ellos. Esta vez despues de dejar a una companyera de baile folclorico en el tren, me junte debajo de las vias por donde este pasa y al lado de la embajada china, con la ya habitual comisión venezolana. En la fiesta, que casi obligada por el momento llevaba el nombre de "World Beats" me encontre con el croataitaliano amigo de los Sayer que resultó ser amigo también del amigo de Elisa con el que pasamos una noche entera en una pizzeria en alguno de aquellos dias de agosto. El primero de ellos resultó conocer tambien a otra chica que me reconoció, amiga de Elena y excompanyera de piso del ya casado Häkon el noruego, y que habia aparecido en las dos fiestas de cumpleanyos que hasta la fecha he celebrado en la calle Warschauer y que hasta entonces no había vuelto a ver. Tampoco la vi después del saludo aquella noche, en la que pronto comenzó a desaparecer todo casi todo el danzante respetable, salida que yo tomaba no mas tarde de las cuatro.

Suficiente, pensaba, para poder trabajar al dia siguiente, pero, de nuevo, volvía a subestimar mis resacas. Para hacerla mas llevadera comi hasta hartarme en el Brunch del bar con mas que aspecto de gay perdido en el que estaban guillermo y Dani (no se como acaban encontrando locales de ambiente, aunque luego el publico sea variado), y al que llegué empapado a pesar de tardar menos de 5 minutos con la bici. Pensaba que después podrá continuar con mi plan de findesemana, pero la resaca, la batería, los QOTSA y las aguilas del Death Metal se encargaron de que tuviese que acostarme a las 4 de la manyana para poder terminar todo lo que le queria presentar a Annet.

Con los ojos como hechos de plomo llegué a la universidad para que Annet se encargase de eliminar todo lo sobrante, que era mucho. Comía y seguía pensando en la presentación, con toda la atención que el estado semiimsomne de mi cuerpo me permitía. Volvía a casa a encerrarme una vez más para preparar la versión definitiva.

El martes mas de lo mismo, solo que esta vez sin comer (desayuno pesado en casa) para poder ensenyarle a Annet la versión definitiva a falta solo de resultados. Vuelvo a casa dispuesto a conseguirlos, y también convencido de enganchar a Steffan o a una de las chicas y hacerles escuchar mi tostón. Esta vez, me lo había trabajado. Para dar las últimas pinceladas con espíritu artístico, le dejo a mi cuerpo reposar un rato antes de ponerme en faena. Cuando pretendo hacer esto último, me llaman desde Alicante que hacen subir mis nervios hasta lo mas alto de la Fersehturm. Tiene que llegar la media noche para sacarme del estado de histeria que comienza a manejarme como agnóstico del sentido común, y la comida que samaritanamente me dan Seelim y Susanne para poder reactivarme para los ultimos momentos. La presentación esta ya sí, lista para sentencia. No ha habido tiempo para contarsela a nadie, y son ya las 4 de la manyana. Aunque parece tener buen aspecto el resultado final se presenta como una incognita



escuchando-> Eagles of Deth Metal
leyendo-> Artículos y artículos sobre Torres de Refrigeración

Nervios (Revolviendo, recordando, retomando una semana despues)

He vuelto a hacer lo que me propuse no hacer este anyo. Escribo ahora sobre cosas que pasaron entre una semana y 11 dias atras. Al menos, en esta ocasión, encontraba una razón para hacerlo.
El sabado finalmente, despues de reparar la bicicleta y escribir mis primeras cronicas del anyo, seguia encontrandome con energias, pero al dejarme mis companyeros solo en casa no sabia como gastarlas. Decidi hacerlo al mismo tiempo que estrenaba la bici y me encamine rumbo a Neukolln, para pedalear durante casi media hora, yendo por el camino que me llevaba al trabajo de abril a junio y prolongandolo hasta los banyos vecinos. Una vez en estos consumi un poco mas de energia.
De regreso a casa me encontraba con Uli y su primo viendo la tele. Me preparaba algo para cenar, y mientras me unia a ellos pensaba lo que hacer por la noche. No tenia claro si salir o no hacerlo, asi que hable con mi amigo Fred, mi contacto preferido para los planes tranquilos, y decidi ver una pelicula con el y ver después dependiendo de las ganas si salir un rato más o no. El problema es que comenzamos con "El gran Buffet" pasada ya la media noche, y cuando terminamos de ver como Mastroanni, Picoli y companyia mueron empachados despues de varios dias de orgias y banquetes, quizás conmovido por tal brutal sátira de nuestra sociedad, decidi salir a pasarmelo un rato bien de forma distinta.
Me junté con los primos de Güstrow y el danés en el Lux, un club que pese a estar muy cerca de mi casa aun no habia pisado, y en el que a las 3 aun quedaban unos cuantos berlineses de distintas edades y aspectos hablando y tomando unas birras. Me tome una y el danés me invito a otra, mientras discutiamos sobre nuestros futuros. Al poco rato la cama se convirtió en mi único objetivo, pero cuando regresé a casa una seria de ideas nerviosas prendieron en mi (esta vez sin nostalgias, tristezas ni rabia) y no me permitieon dormir hasta vaya usted a saber que hora. Muy levantado el sol debia de ser ya, porque cuando finalmente desperté y levanté ya pasaban unas horas del mediodia. Incluso mis companyeros de piso llamaron a la puerta intrigados.
Los nervios no se iban, pese a probar con otros remedios, asi que decidí aplicar el balsámico que mejor me sienta: una sesión de sauna en el rio. He de decir que era domingo, y estaba inusulamente repleta (casi no podias encontrar tumbona) pero finalmente tras superar el tiempo de estancia normal, logre encontrar mi lugar y mi calma y regresar a casa con el espiritu renovado. Tanto, que ni siquiera necesité de cena para dormir.
El lunes seguia cumpliendo con mi plan de ir a la universidad y reencontrarme con gente. Esta vez me llegaba una sorpresa; mi tutora me habia inscrito para hacer una presentación intermedia de mi trabajo el miércoles siguiente. Se me creaba asi una nueva ocupación para el resto de la semana, pues no pensaba que tuviese que hacer esta hasta al menos una semana mas tarde. En la uni concluia con lo pensado, pero luego en casa tuve que comenzar a pensar, mientras veia concursos y series en la tele, como preparar mi presentación. Por entre medias crucé Kreuzberg subido en un tren, y mientras leia el retrato de una generación en la que mi padre se empenya en encuadrarme, nuevas ideas volaban a mi cabeza y encontraban un rincon para alojarse en el mundo perpendicular.
El martes había pensado ir a devolver las matrículas del mini que Amir compró para Manolo, que rematriculó el vehículo en Alemania, pero al citarme con Annet para habler sobre la presentación tuve que postponer de nuevo la cita. Con el proyecto parecía tener todas las cosas claras, y aunque con una semana de trabajo claramente a la vista, confiaba en llevarla a cabo sin demasiados problemas. Comenzaba a trabajar en la presentación, mientras las temperaturas seguían siendo templadas y el cielo comenzaba a poblarse de nubes cargadas de agua. Ya en casa Steffan me invitaba a probar uno de sus platos orientales y yo le correspondia con un poco del jamon serrano traido de Espanya. Tras mirar un par de cosas mas para mi proyecto, me acosté tarde, pero sin ningun sintoma extranyo.
Pese a la normalidad con la que me acosté el dia anterior, desperté muy cansado y con la cabeza sosportando una presion de cientos de bares. Decidí no ir a la universidad, al menos hasta después de comer. Comí pero seguía encontrándome debil y enfermo, como me habia pasado otras veces al volver a Berlín, solo que esta vez manifestaba los síntomas una semana después. Me obligué a levantar de la cama y avanzar un poco mas con mis resumenes para la presentación, y, dado mi estado fisico, consegui un rendimiento aceptable. Llame a Amir poco antes de irme a dormir, para ultimar los detalles de la entrega de las matrículas que volvía a retrasarse un dia más. Por algun tipo de conexión en un plano no físico, Amir se habia levantado también con un cuerpo y mente apalizados. En algún otro rincón del planeta, seguramente el resto de nuestros hermanos espirituales experimentaba los mismos sintomas. Yo me iba a la cama drogado y esperando que pasasen pronto.

escuchando-> Muse, Black Holes and Revelations
leyendo-> Retomando al ninyo del Tambor de Hojalata

sábado, enero 13, 2007

El chico de Melilla se apellidaba Nowitzki

Ya se ha estrenado mi nuevo periodo en Berlin, el primero del 2007. Llegué el jueves por la noche, cansado y resfriado como consecuencia de mis andanzas por la piel del Toro, con bastantes ganas de volver a esta ciudad de frios inviernos y sobre todo con mucho optimismo.
Es, yo creo, la primera vez que me pasa en estos mas de 2 anyos que llevo por aqui. Esta vez no he traido nostalgia en la mochila, ni ese deseo casi triste de poder estar en dos lugares a la vez para apenarme por lo dejado atras. Desde que he llegado he visto el mes pasado lejos como algo bonito y tonificante, una bebida enérgetica para mis nuevas andanzas.
Sin embargo estaba muy cansado al llegar. Hice un par de colegas madrilenyos en el S-Bahn, vecinos de barrio y parada de metro, y que me invitaron a birra y a salir con ellos. Rechaze su invitación por lo cansado que estaba. El hambre era el motivo de mi prisa, que me deslizó hasta el Kebab de enfrente de mi casa. Cayó el primero del 2007. Al rato caí yo de nuevo en la cama como un cadaver, después de haber saludado a Stefan y probado una de sus famosas sopas picantes tailandesas.

El viernes seguí el plan establecido y viajé al Oeste, a las aulas, cargado con el portatil y los apuntes. Mientras ponia al dia todo lo (poco) realizado en las vacaciones me iba reencontrando con mis colegas de la Uni: J.P. del D.F. Leonardo fiel a su puesto, Volkan y Akif revoloteando, algun profesor y Shiva muy simpático y molestando como siempre sin darse cuenta. Fui a comer con Leo y la pandilla PEESE, otra vez dos besos al pescado con mayonesa de los viernes en la Mensa, y mas saludos con Dani y los demas. Se negoció un intento de cena mexicana para 13 personas que fracasó, y regresé a introducir numeros y anotaciones en el ordenador. Volvi a casa casi a las 7, previo paso por el banco y el supermercado y me encontre a mis chicas viendo la tele con Stefan. Ya resaludado toda mi vivienda vi un ratillo la tele con ellos. Esta vez un programa alemán donde los participantes son escogidos al azar al subir a un taxi, donde se les somete a una especie de 50x15 en equipo y sobre ruedas. Despues del rato de caja tonta recoloqué finalmente mi equipaje en mi habitación, y la adecué para que estuviese de acuerdo a mis ideas. Leia un rato y chateaba, esperando la llamada de los companyeros para salir. Como la llamada no llega, comienzo con la cena y la primera de las birras. Se me pasa el tiempo en conversaciones chorras, y llamo ya pasada la medianoche, Salgo para juntarme con los que estaban cenando, pero me avisan de que mejor cambie de destino si quiero salir un rato esta noche: en mi destino incial se tomaban las ultimas uvas. Asi que de nuevo y de sorpresa me vi reunido en Eberswelderstrasse con la delegación venezolana, que ya me saluda como un pana mas. Nos tomamos una Sternburg mas en el Morgen Rot antes de encaminarnos al Zapata. Hacia siglos que no entraba dentro (aunque si habia estado hace no demasiado en otros lugares del Tacheles) y para variar con mis costumbres de finales del anyo pasado, termine en una fiesta latina. Al menos esta vez no hubo Salsa, sino casi exclusivamente Rock y Ska. Ah bueno, y algun momento desagradable de Reaggeton que la cerveza me llevo a Bailar. No podia hacer otra cosa: el bar estaba lleno de chicas bonitas y bailarinas. Completaban el paisaje grupos de latinoamericanos y espanyoles rastudos, algun guiri despistado y una panda de turcos de mafioso aspecto. Me reconocieron como espanyol de nuevo, aunque me confundieran casi simultaneamente con Dirk Nowitzki y con un tipo de Melilla. Mi timidez me dejo como siempre bailando cerca de las chicas pero no con ellas, mientras los venezolanos atacaban constantemente y sin tregua. A las 4 y media quedaba ya poca gente y tenia ya pocas energias, y volvi a casa a dormir.
Al despertar entre las sabanas de mi Resaca resonaba por la habitacion la voz ronca del Lichis. Como casi todos los dias de resaca, mi libido estaba por las nubes. Aunque despierto me agarre un rato mas a la cama, entre suenyos humedos y acordes de guitarras. Tras la pausa del desayuno, continuo en la cama, que me proporciona un placer que nunca me daran el soma la heroina o el prozac. Con los ojos abiertos intermitentemente y sin salir de las sabanas sigo una serie americana de medicos por la tele. Finalmente levanto las 4 todavia oliendo al optimismo del que me impregno mi estancia en Espanya. Sigue tras la ducha, y arreglo la bicicleta finalmente, parada con una rueda pinchada desde el verano. Avido de hacer cosas subo y comienzo a escribr estas lineas. Mientras tanto cientos de ideas recorren mi mente.

escuchando->Calexico
leyendo-> Mileuristas, retrato de una generacion pobre