sábado, diciembre 01, 2007

Vacaciones en Berlin: Vino blanco y fina lluvia

Vino blanco y fina lluvia

A las 12 de esta manyana de martes desperté, y por la ventana descubierta de su cortina comprobé que el dia volvía a ser gris y una fina capa de aguan cubría el verde, el amarillo y el tierra del paseo frente a mi casa, la isla alargada rodeada de coches, tranvías y peatones abrigados.

Pensé entonces el título del Blog y en comenzar a escribirlo. Entonces encendí el ordenador y busqué entre mis CDs algo de PJ Harvey. No lo encontré. Así que conecté a internet y traté de escucharla on-line, y entretanto leer mi correo. Una ráfaga de ociosidad me sacudió al instante y me devolvió al estado de hedonismo solitario en el que me encuentro desde el domingo. Estremecido por una nueva resaca mi cuerpo y mi mente vuelven a dejarse llevar por la ola libidinosa que me alcanza los domingos tras el alcohol, y vuelvo a la cama a vaguear y explorar territorios improductivos en internet. Incluso creo mi grupo en Facebook: la República Popular de Individuos Perezosos (RPIP). Y el reloj marca ahora las 15:22. Es martes y aún no he salido de la habitación. Me he levantado ahora, para cronicar mis vacaciones comenzadas el viernes. Hay gente que no sabe que hacer cuando tiene vacaciones. Esta claro que yo no pertenezco a ese grupo. Disfruto de mis días libres aunque dejados estos atrás, no tenga nada que ofrecer al mundo mas que mi diversión y placer. En esto podría ser profesional, incompleto, pero ofreciéndome un buen servicio.

Las vacaciones comenzaron el viernes 26 más o menos en el mismo momento del día que ahora mientras escribo. Salí de la oficina y no tuve más que caminar unos metro hasta encontrar a mi oportunidad de viaje en coche: el conductor trabaja en una empresa hermanastra de la aún mia, que se dedica a fabricar sistemas de acondicionamiento de aire para autobuses. Así que con esta coincidencia, la mayor parte del tiempo en coche hasta llegar a Berlín rodó entre aburridas conversaciones técnicas.

Trás una corta parada previa en Prenzlauer Berg, salté a las calles de mi barrio en la puerta de Frankfurt. Ya entonces la fina capa de lluvia, como crema antibronceadora extendida sobre la ciudad cubría las aceras grises. Lluegué a casa, salude comí algo y trate de dormir.

Digo traté porque los planes de Stefan y Susanne para la cena y mi propia cabeza no me dejaron. Me uní al enemigo culinario, fuimos a comprar y ayudé con la cena.

Stefan trajo de nuevo al piso sus clásicos tailandeses: la sopa picante con tofu, vegetales y pasta y el pollo. El otro Stefan, el que no vive con nosotros pero aparece por aqui regularmente a cocinar, nos sirvió mas pollo empalizado y barnizado de crema de cacahuete.

Yo subvencioné el vino blanco. Las SSS (Stefanes y Susanne) junto con la ayuda de Emil y mia cocinaron y comieron. Uli apareció como siempre para el segundo plato y no cocinó.

Las Ss masculinas tenían ganas de fiesta, y el tecno invadió la cocina, pero las chicas no estaban muy entusiasmadas por salir y a mi el suenyo volvía a atacarme con sanya, y decidí reservarme para el sabado. Así que a las 3 y con las botellas de vino blanco y Sekt ya vacías me acosté.

Desperté y el día seguía siendo gris. Cómo al dia siguiente domingo, ayer lunes y hoy martes lo primero que hice fué conectar el ordenador y dejar que sonase música en el cuarto mientras me actualizaba y perdía el tiempo. El plan para la noche surgió pronto al encontrarme con Myrto al otro lado de la red. Aquella manyana fue sin embargo algo más productiva, limpié la cociné, ordene el cuarto y compre el desayuno antes de consumirlo con el Stefan que duerme en este piso. Luego seguí un rato más enjutándome y felicité a mi padre que anyadía otro anyo a los más de sesenta que acumula. En algún momento me dije basta ya: si me había decidido en el post anterior por regresar a Berlin si se presenta la oportunidad, no era en exclusiva por la comodidad de mi cuarto y mi cama. Iba a salir a la calle, pero entonces apareció Andrei el ruso, el amigo de Susanne y Steffan. Andrei, Steffan y un licor estonio me retuvieron en casa un par de horas más y finalmente entonces, aunque ya de noche, salí a la calle.

Tenía ganas de reencontrarme con la ciudad y no me apetecía pagar un billete de metro. Así que bajo un chirimiri constante dejé atrás mi calle y continué hacia el centro a lo largo del pavimento rectilineo y totallitario y siempre recubierto de frio viento de la avenida de Karl Max. Caminé quizás una hora o más dejando atrás Alex y su nuevo centro comercial, la Fernsehturm y el festival de luces hasta llegar a Hackescher Markt.

Allí compré una botella de vino biológico (de nuevo blanco, aunque esta vez alemán) y me cansé de tiendas. Aún quedaba más de una hora para la cena, así que decidí seguir caminando hacia el oeste. Y lo hice por las calles más solitarias del centro a la orilla del Spree, cruzándome con las ratas, dos gays buscando intimidad y una chica guapa y bien vestida que esperaba entrar en una misteriosa puerta metálica. Seguí caminando y dejé atras el Berliner Ensemble, los restaurantes frente a la estación de Friedrichstrasse y los edificios gubernamentales. Crucé la linea por donde antes se erigía el muro y crucé por el puente de Calatrava hasta la otra orilla de Berlin. Seguramente, las calles más solitarias del centro de Berlín en aquella hora. Cuando llegué a la estación central, mirando el reloj y un poco cansado de caminar, subí al S-Bahn y recorrí con el tres paradas.

Bajé y estaba en el puto centro del Oeste, en Zoo otra vez entre borrachos y clientes del Sexshop. Barajé mal la distancia hasta casa de Yasmín y continué caminando hacia el oeste. Llegaba ya diez minutos tarde y volví a hacer trampa y subí al U-Bahn para hacer el trayecto entre la Opera del Oeste y la plaza Sophie Charlotte. Allí esperaba Myrto con su bici, y caminamos juntos hasta casa de Yasmin,

Juan Pablo y ella ya habían comenzado con el vino blanco. Yo seguí con mi proceso de la noche anterior. Solo dos horas después de estar allí me dí cuenta de que por algún tipo de malentendido ellos ya habían cenado. Me alimenté como pude a base de cacahuetes, chips, un licor griego caliente que preparó Myrto y vino blanco. La velada de todas formas fue superagradable y nos reimos mucho. Yasmin puso música de la buena, y me recordó que PJ Harvey existe y que sigo enamorado de su voz y su actitud.

Mis comensales se rindieron a los somníferos efectos de las botellas de vino y esas hierbas que tanto gustan de ser fumadas y algunos quieren llamar droga, pese a la oposición del gobernador de California. Esta vez era yo el que tenía ganas de fiesta, y después de dejar a las chicas en el lejano Oeste y a JP en el más cercano, me dejé llevar hasta el hogar de mis borracheras solitarias: el KB. Allí baile solo un buen rato, mientras animaba con un guisqui y una birra más mi agradable aunque aún poco eufórica borrachera. A mitad de kurda me encontré de nuevo con algo que nunca me falta en mi club de paredes tapizadas favorito: espanyoles y algún conocido. El conocido sorpresa era esta vez Selim, otra S que vive en mi piso con otra S(usanne). Con las amigas espanyolas de su amigo tunecino como el tuve tiempo de mostrar mi elocuencia etílica entre baile y baile de ritmos eslavos. En algún momento Selim desaparecio solo, al rato una de las espanyolas y el otro chico de Tunez, y de nuevo vi como la gente en la pista de baile comenzaba a ser menos y menos. Me fui de nuevo incapaz de decile nada a una chica con una bonita blusa con una flor bordada, que bailaba entre sus amigos con los que también pase un buen rato.

Volví de nuevo a casa con el piloto automático despertando en la puerta de Frankfurt cuando el metro paraba, y volví a mi cama. El domingo me suministró esta vez una resaca ligera y agradable, aunque en contraposición no hubo desayuno con guapas bailarinas.

Me quedé en la cama hasta que el hambre me pudo, y salí a la calle, dirección mercadillo a buscar algo de alimento. Entre todos los paseantes dominicales, encontré un pequenyo local arabe y me agencié un bocata de ternera picante antes de que el dolor de cabeza volviese a mandarme a casa. El resto del tiempo que no recuerdo, debí de pasarlo viendo videos y leyendo informaciones en internet. Ah, ya recuerdo, tan solo lloré escuchando la voz de Chavela Vargas, y seguí sus caminos musicales. Aunque quería dormir pronto, no logré cerrar el portatil hasta pasadas las cuatro de la manyana.

Ayer durante el dia no hice nada de valor. Despertar tarde, vaguear, desayunar, hablar con Steffan y hacer planes que incumplí. No salí a tocar la batería, ni fui a la cafetería Macondo, ni llamé a Bego ni a Dani. Tampoco fuí al festival de cine político-documental latinomaericano en Kreuzberg, ni a comprar cómics.

Tuvo que llegar la oscuridad para activarme y salir. Subí al metro de nuevo sin pagar y llego a los cines Babylon, donde estaban Selim y su amigo, y las dos chicas de Madrid y Pamplona que había conocido la noche del sábado, y me di cuenta que en mi recuerdo tenían otras caras. Ni más ni menos guapas, pero si diferentes, lo que me hizo empezar a dudar sobre mi percepción de la realidad en el Burguer. Luego llegó Susanne también y la peli comenzó.

El mini-festival se llamaba “Viva Chartago” y era una pequenya muestra del cine tunecino. Casi tan pequenya como la sala donde aparte de nosotros, 4 progres serios y alemanes, también entraron una extranya pareja de tunecina con complementos de la ETB y un novio con cara de vasco que hablaba francés, y el organizador, que resultó ser un viejo conocido mio y presentador de Radio Multikulti.

La peli me pareció muy bonita y valiente, sin grandes alardes técnicos pero muy valiente y crítica con la sociedad del norte de África. Y sin tiempo para el cine Forum, volvimos a casa. Al hambre que sentía se le anyadía el suenyo que me acompanyo los dias que duermo mucho. Leí las tristes noticias que llegan desde Irak, y sus ecos en Berlin donde kurdos son agredidos en Kreuzberg. Casi me entristeció mas esto que la película, que al menos termina con un canto de esperanza. En internet veia por parte de mis amigos turcos, comentarios y avatares nacionalistas y belicosos que me hacian ver de forma gris la realidad actual. Así que volve a la ficción a ver pedazos de Bourne, Bond y el Hostel producido por Tarantino antes de acostarme. Y las palabras nos llevan de nuevo al comienzo del post.

Y el aire me vuelve a traer los sonidos de la guittara de PJ:

Leyendo => páginas sueltas en el metro

Escuchando => La voz erotizante de P.J. Harvey