sábado, septiembre 27, 2014

Pereza o vagancia. Mas bien lo segundo.

La distancia temporal que separa este post del anterior excede en mucho lo aconsejable, podría afirmarse incluso que descalifican a este espacio en el ciberespacio, y excluyen esta serie de escritos acerca de mis pensamientos y mis deambulares de poder ser considerados un blog.
Por pereza o vagancia, quien sabe, cómo titulo esta entrada. Pero, deteniéndome un momento más de lo acostumbrado, e inquietado por una reciente discusión mulitiidiomática, quiero preguntarme ahora si soy perezoso o vago, La RAE, esa asociación de gafapastas y leidos que cuida de como usar nuestra(s) lengua(s) nos dice de la pereza que es negligencia, tedio o descuido para con nuestras obligaciones, o, en una segunda acepción, flojedad, descuido o tardanza en acciones o movimientos. Cuestionando mis recuerdos y acciones, no creo, pues, ser perezoso, pues si bien puedo presentar flojedad, descuido o tardanza en determinadas son acciones, no son todas las mias afectadas de estas cualidades, sino solo aquellas que me incomodan, aburren o quitan el lugar a otras mas interesantes. Dice la junta de académicos de la vagancia que también puede ser pereza (de ahí quizás mi ambiguedad al utilizar uno u otro término) Y falta de ganas de hacer algo. De lo indicado tras la conjunción copulativo soy participe, mucho y a menudo.Y la primera acepción que se encuentra para  vagancia, acción de vagar, entendido como estar ocioso, es parte fundamental de mi vida, en la que recaigo sin vergüenza y con reiteración, quizás excesiva, pero casi siempre con gusto. La RAE me dice que soy un vago, y la verdad, no me molesta. Quizás hubiera sido más incómodo en tiempos de Franco.
Sobre la vida que tuvo la persona cuyo nombre solo en la última linea se encuentra, cómo sólo decidió muchas acciones que en la vida de tanta gente influyeron, sigo leyendo cada vez que regreso a casa de mis padres. Ocurrió al terminar el anyo pasado, poco antes de que ocurriese lo contado en mi última entrada, y volví a su lectura a mediados de junio y hace ahora ya cuatro semanas, cuando la última semana de agosto despedí el calor y el mar en Alicante, dejé mis cabelos abandonados a su suerte allá y regresé a ver morir el verano a Alemania, sin sal y sin granizados de limón, pero aún con tiempo de camisetas hasta hace apenas una semana.

Antes de ello, y buscando una cronologia que ayude al orden comenzando en enero, pasados los dias ya contadas, mi conciencia pasó diversas fases. En la primera, en un invierno sin frio ni nieve en Berlin, un nihilismo de sentido se apoderó de mis decisiones, influenciado por lecturas insustanciales y encuentros carnales insatisfechos. En uno de ellos conocí algo de la(s) lengua(s) de Shakespeare peró esta no tocó mas que la despedida, y no volví a saber nada de las islas británicas en los dias sin hojas en los arboles. Escuché musica clásica y jazz, jugué a la Play, tomé Paella y pensé en Energias Renovables vaga, ociosamente, hasta que llegó Febrero y la primera de mis visitas. Febrero lo recuerdo aún más breve de lo que es, con tan poco frio como para dejarme ir en bicicleta, con la despreocupación para permitirme un par de borracheras, con  vampiros de Nueva Zelanda, noruegos mafiosos y laboristas hispanoaméricanos, fútbol y un concierto de rock desértico facturado en Suecia.  Ahora vuelvo a escuchar riffs áridos y ritmos automatizados, y ayer cambié vampiros por zombies, ideas fantásticas que se hospedan con gusto en mi cabeza. Fué un febrero también cuando comencé a bailar swing. Y a finales de febrero, poco antes de anyadir un anyo a mi edad, me di cuenta de realmente necesitaba apartarme de mis ociosas tardes. Ya mas tarde de los 35 que de los 30 incrementé mi producción de cálculos y textos inconexos que algún dia debo presentar, mientras mejoraba mi coordiación con los ritmos tripticos, mi nivel como jugador de PlayStation, mi ingesta de arroz cocinado sobre sartén plana y ya acercándose la primavera coqueteaba con volver a jugar al baloncesto.
Abril se presenta también breve en mi recuerdo, repitiendo actividades de Marzo, disfrutando con la bicicleta del ya primaveral clima y llenando huecos ociosos con series de ficciones en medievos inventados y partidos de fútbol entre clubes de Madrid y Barcelona. Finalizando el més comenzaron las visitas de amigos acompanyados de amigas, en los dias de Pascua y en los comienzos de mayo.
Visitas que no sirvieron para calmar mis impulsos carnales y tampoco acercaron su posibilidad de saciamiento, aunque siriviesen para acrecentar mi círculo de amistades.
Mayo comenzó este anyo el verano para mi: tras dejar volar la última visita y citas anuales imperdibles y coincidentes como Eurovisión y la noche berlinesa de la ciencia, volé con grandes amigos a Ucrania para visitar por primera vez un pais ortodoxo del norte, y banyarme en el mar negro.

Regresé y trabajé entre semana tan duro como pude para no llevar carga de conciencia en mis vacaciones largas: 4 dias en Barcelona visitando la ciudad y escuchando música, mediterráneo y pescado en Alicante y una visita a mis raices norteibéricas antes de volver y toparme con el verano berlinés. Regresé entrada ya la fiebre futbolística-nacionalista que asoma estas tierras cada cuatro anyos, y necio y borrego llené mis tardes de banderas y cesped, emociones y discusiones, y avancé mi trabajo relajadamente en un verano en el que mi lugar de trabajo permite la soledad e introspección. Los recuerdos del norte y las cordilleras cantabrico-pirenaicas volvieron con mi primo, sus amigos y las ineludibles borracheras, alguna con insospechado final. Alemania se coronó campeón mundial de balompie y yo retomé la escucha de los tipos que matarón al policia motorizado, y que yo habia conocido en barcelona en mi primera incursión ibérica del verano. Seguí escuchando ritmos sudamericanos comiendo a la brasa en los parques del verano de Berlin, y retomé mis clases de Swing. Antes de irse el verano se fueron Hannah y Pedro, que se unieron a David en la campanya de desolación de amistades que se inició este anyo.Eva y José contraatacaron trayendo a una pequenya y hermosa cosa de nombre Sofia al mundo, y la novia de Paul debe a estar a punto de traer  también alguien nuevo a esta bola que gira. Terminando el verano, sudando en la bici, en los jardines o en las piscinas en el verano mas caluroso que le recuerdo a Berlin desde que fuese aquí el mundial de futbol, cené con familiares y con familiares de amigos y recuperé la sana costumbre de visitar festivales de música cerca de los lagos de la planicie nororiental de Alemania, de bailar tecno y conocer simpáticos e interesantes lugarenyos.
Y así llegó el momento de terminar el verano, despedirme de otra companyera de trabajo, tomar parte de sus responsabilidades en el trabajo, su despacho y volver a preocuparme por el futuro. Las posibles ocupaciones laborales de este me llevaron otra vez a Iberia, a la casa de mis padres, a los montes mediterráneos y las tierras donde crecieron mis padres, y a un viaje de vuelta otra vez a una Alemania donde el verano agoniza, con la piel aún caliente por el sol ibérico.

Este verano no volé lejos ni a lugares desconocidos, volé al sur y me reencontré con mi pasado cercano,con el lejano, y pensé un poco sobre si ya más de cerca de los treinta y cinco que de los treinta, tengo claro como continuar mi camino. La RAE me descubre que la vagancia me descubre bien, pero en mi vagancia he pasado largas jornadas sentadas frente al ordenador con el fin de terminar al fin una etapa, para poder seguir vagando en la siguiente.
El verano se va del 2014 y de Berlin, pero como todo el anyo, lo hace más calidamente de lo acostumbrado; yo me volví a subir a la bici y hoy he vuelto a querer escribir algo. Quizás mi vagancia me pida ahora mas letras juntadas y mas cosas que contar.
Y 8 meses después me respondo que no fue asi.