sábado, noviembre 16, 2013

La noche y la renoche

Poco después de terminar de escribir sobre mi excursión por los alrededores de mi casa, me quedé algo indispuesto entreojeando fútbol y noticias sobre mi trono de cuero negro.
El tiempo pasaba y aunque habia quedado con José a las 10 salí algo más tarde, pues disfrutaba del no hacer nada del sábado tarde. Llegó la hora de salir y no habia ingerido alimento alguno tras mi paseo, en parte porque sabia que nos esperaba cómida al lugar donde nos dirigíamos Jose y yo, pero de camino a encontrarme con Jose compré una chocolatina pues el hambre me vencia.
Luego subimos Jose y yo al tranvia. Jonathan no venia pues tenia otro evento al que asisitir. Pedro no se donde se encontraba, y David aún no habia regresado de Polonia, o lo habia hecho hacia pocos dias y con el cuerpo no en muy buen estado y tampoco nos acompanyaba. Así que ibamos Jose y yo. Por el camino ibamos comentando como se planteaba el futuro profesional de cada uno de buen humor.
Compramos un par de cervezas cada uno y entramos en la nueva casa de Ben, una vivienda de techos altos en un típico edificio de Prenzalaer Berg recíen renovado: tres habitaciones enormes, techos altos y una gran cocina. Ben nos acogía muy  amablemente y nos indicaba donde dejar nuestros bebidas seguir enfriandose y donde poder tomar otras. Jose seguia sin beber alcohol, y excepto algún rato que hablamos con algún companyero de trabajo de Jose y Ben en inglés el resto del tiempo lo pasamos hablando en castellano entre nosotros. En la fiesta, que era de inaguración del piso, habia muchas amigas de la novia de Ben, a la que conocí esa misma noche. Una de las tres habitaciones que parecia estar destinada a ser despacho tenia ensalada y otras verduras y chocolate a modo de Buffet, y en la tercera, destinada a ser sala de ocio una mesa con bebidas y un Mac preparado para poner música. Ahora recuerdo que Pedro debia estar en Bremen, pues Jose y yo comentamos que precisamente a la fiesta a la que no venia acudian más mujeres.
Poco a  poco fue activándose mi modo festivo, y bromeaba con Jose y una companyera suya hispanohablante sobre la futura tribu urbana de su hija. Después de un rato Jose se iba, y parte de los invitados que parecian menos animados. Cambié la cerveza por el rón y mientras atacaba las pizzas ya sin pudor me fui forzado a socializarme. Primero con un sociólogo holandés con poco tiempo en la ciudad y luego con un par de arquitectos que me arrastraron a sus discursos sobre la pérdida de la capacidad de habilidad manual de nuestro tiempo y otros temas a los que no presté mucha atención y de los que hui cuando escuché la expresión antiarquitectónico y temia no saber como responder.
Alternaba pequenyas conversaciones con mis tres interlocutores con golpes de ron e incursiones a cada uno de los platos del buffet, cuando me di cuenta de que ya quedaba poca gente en la fiesta y entrabamos en la segunda hora de la madrugada. En la sala principal un pinchadiscos popero pasaba de las melodias a ritmos más electrónicos pero ya no habia nadie mas en esta sala: solo un par fumaba en el balcón y el resto sentado en el suelo a oscuros del despacho del buffét parecia dispuesto a asestarle un golpe mortal a la noche. Yo rellené mi vaso por ultima vez y escuchando la música sentado en el sofá di un gran trago dispuesto a largarme, pero en ese momento dos chicas de bonita figura entraron en la sala bailando y tras ellás la anfitriona, Ben con sonrisa perdida y el resto de los que hace un rato dialogoban en la oscuridad.
Asi que me vi fozado a quedarme. Estábamos la arquitecta yanki de atuendo de fan del postpunk ochentero, el arquitecto con poco pelo al que no contaba seguir viendo a estas alturas, el holandés, un rockabilly que me ignoraba y las dos chicas que iniciaron todo. Durante una hora disfruté bailando Delorean, Phoenix y otros temas que no recuerdo, y disfruté de ser el desconocido misterioso al que algunos miran con recelo y otros con curiosidad. Intercambié dos frases con una chica muy guapa que me alegraron la noche, pese a ser incapaz de continuar cualquier intento de socialización y descubrí que el arquitecto calvo aparte de impartir talleres de marqueteria poseia alma de bailarín. Cuanda la chica alta que se habia dirigido a mi y su amiga la profesora de yoga fumadora se piraron, comenzó el final de la fiesta.
Yo por aquel momento ya disfrutaba de una buena borrachera, y cuando sali mis pasos se dirigieron casi inconscientemente al Kaffe Burguer. A partir de ese momento mi recuerdo se vuelve nebuloso. Recuerdo poca gente, luego mas, sentarme, hablar con un par de colegas africanos y que uno se disculpase por lo que me dijo su amigo, aunque no recuerdo lo que fuese. Hablar con otra chica no se de que, pedir un par de cervezas mas y regresar a casa ya con el sol cumpliendo su funcion.
El domingo debí despertar muy tarde. La resaca era importante. No hubo resaca anímica y me congratulaba de haberme podido emborrachar de nuevo bailando en sociedad. No lo hacia desde hacia muchos meses, al menos en la casa de amigos o conocidos. Terminé de leer algún comic. Leí las noticias y pensando en la noche anterior aun, lei acerca de Delorean y su secuestro virtual. El alcohol habia secuestrado mi fin de semana pero no me importaba, aun lo disfrutaba.
Escribia con amigos y cenaba un par de hamburguesas, hacia muchos meses que tampoco hacia meses. El cuerpo no me pedia ficción, y entré en la semana siguiente aprendiendo sobre arquitectura y sociedad en el país vasco, el Guggenheim, el Santuario de Arantzazu y el casino de San Sebastián. 
Y me dormi en algún momento.