sábado, septiembre 12, 2009

La tia de Tunc

Después de mis vacaciones de verano, empezaba de nuevo mi curso escolar. En casa, sin embargo, reinaba un extranyo ambiente pseudoveraniego, sin Susanne ni Selim y con Stefan mas ausente que de costumbre la casa estaba mucho mas tiempo silenciosa de lo que suele ser habitual.
En la uni comenzaba al fin a hacer algo y a avanzar de nuevo (mas de un mes después de "El incidente Mediaspree") a ritmo normal. Cristian seguia perdido por Holanda buscando un piso junto a su novia, y Wolfgang seguia con vacaciones alargadas por paternidad, con lo cual solo me quedaba Walther (también inminente padre) en la oficina para charlar en los ratos libres e ir a comer a mediodia. Como cada lunes volvia a casa lleno de planes que cumplir y haciendome mentalmente en el viaje de vuelta a casa listas de discos por bajar y posts que escribir, pero terminaba ordenando la habitación, sintiendome cansado despues, cenando y esperando un nuevo dia. El martes fue similar al lunes, solo que me dio por escuchar flamenco en casa al llegar la noche y yo con ella al piso (supongo que influido por la escucha continua de Paco de Lucia que me acompanyó durante los ultimos kilómetros de mi viaje turco).
Desde Turquia, y para que no se me olvidase el pais tan rapido llegaba al dia siguiente la tia de mi amigo Tunc, acompanyante, guia y anfitrión durante mi viaje veraniego. La tía de mi amigo Tunc visitaba Berlin para asistir a un taller de Yoga. En Estanbul, lo practica a diario, y piensa abrir incluso una escuela por alli. Y venia a nuestra ciudad y se alojaba en nuestra casa para poder ver a una maestra yanqui discipula directa del tipo que popularizó el invento de las posturas imposibles.
Imposible me resultó a mi por lo tanto asistir junto con José y visitas a nuestra tradicional ya casi salida del miercoles noche. Apenás me dio tiempo a tomar una cerveza con ellos en el club de los Visionarios y salir corriendo a esperarla a casa. Afortunadamente llegó tarde, asi que cuando llego Stefan y yo llevabamos ya un tiempo esperandola. Una amable bienvenida, un te y probar los deliciosos Baklava que trajo consigo y pasó la medianoche.
El jueves poco mas fue que el preludio del fin de semana. En casa todo seguía tranquilo, yo comenzaba a leer el comic que habia comprado la semana pasada y escuchaba música. La tía de Tunc, cuyo nombre ya he olvidado, nos contaba historias del yoga y su familia. La buena mujer seguramente seria la persona mas indicada para hacer de "la hierbas" en el poco probable caso de que la televisión turca decidiese hacer una versión autóctona de "Aqui no hay quien viva". pero hablar con ella a parte de transmitir tranquilidad nos mostraba otra cara mas de Turquia. Con la casa tranquila y calmada el fin de semana podia llegar al fin.
escuchando-> Francisco Nixon, me casaré cuando me enamore
leyendo-> Blankets

Un nuevo comienzo a finales del verano

Traía conmigo de Grecia algunos dulces, la camiseta de Güiza de Estanbul la piel algo coloreada por el sol y los pies cansados y heridos de caminar. Pero sobre todo calma, mucha calma y un ánimo de nuevo guiado por la ilusión y las ganas de hacer cosas de nuevo.
Cuando llegaba mi avión al aeropuerto de Schönefeld era la noche de un 19 de agosto. El aire de Berlin no asfixiaba como el de Atenas, pero sorprendentemente la camiseta y el pantalón corto que venian de serie de mi tour por el mediterráneo oriental bastaban para no tener frio.
Friedrichshain me recibió tranquilo y hasta casi solitario en el puente sobre las vias del tren, que crucé recogiendo un Döner Kebab por el camino hasta llegar a mi casa. Nadie en casa a mi llegada donde encendí el televisor, engullí mi unica comida caliente de un largo de día de barcos, caminatas, autobuses y aviones y cerré los ojos dejando el dia terminar.
Levante a alguna hora ya comenzado el día jueves. Entonces descubrí que Stefan estaba por casa, y tambien Heide y Kim que venian de visita desde Copenhage. Intercambié alguna sonrisa y un breve resumen de mis dos semanas de recuperación y autoconocimiento, y viajé hasta la oficina número 110 del edificio KT. Casi todos mis companyeros estaban aun de vacaciones o esperando hijos. Estuve solo las casi ocho horas que permanecí en la oficina, y por los pasillos el número de companyeros a encontrar podía mostrarse con los dedos de la mano. Tomé una ensalada y en algún momento regresé a casa. Sonó el telefono y hablé con el amigo que llenaba mi cabeza de preocupaciones antes del viaje. Mi voz ya no sonaba quebrada, y la suya amistosa. Yo también cambié mi actitud, e intercambiamos nuestras ultimas semanas durante casi 20 minutos al teléfono. El salía de viaje al dia siguiente, y ya era tarde para verle en persona. Las ideas de siempre se quedaron rondando mi cabeza por un tiempo, pera esta vez sin dolor, mientras chateaba un rato mas antes de dar por terminado el dia.
El viernes en la universidad fue muy similar al jueves. Casi nadie a mi alrededor, poco que hacer y una situación perfecta para volver a trabajar evitando cualquier trauma postvacacional. Mi barra de ánimo seguia por las nubes, lleno de un entusiasmo e ilusión que creo no vivía con tal intensidad desde mi llegada a Berlin hace ya casi cinco anyos. La ciudad volvía a mostrarseme grande, muy grande, llena de rincones que visitar y gentes a las que conocer. No trabajé mucho en la universidad ni tuve necesidad de hacerlo, y de vuelta a casa escuchaba nuevas músicas que surgen en estas semanas por Espanya y hacia planes para terminar la semana.
No tuve que preocuparme de la cena porque mi companyero de piso se habia encargado de todo: como suele ser habitual el rubio de mi casa tomaba las riendas de la cocina, y cenamos Trucha normal y trucha arcoiris al horno sobre un lecho de risotto dulce excelente, peras cubiertas de queso y mas postres. De acompanyamiento su novia, una buena amiga suya, su cunyada y su hija que no debia tener mas de 16 anyos. Degustamos todo con fruición entre halagos al cocinero y relamidos de restos, esforzándonos para poder terminar todo.
Ya casi terminaba la velada y los invitados se iban a dormir (visita de alguna pequenya ciudad de Alemania donde la gente acostumbra a acostarse a las 10). Yo subía a mi bici y viajaba hasta Neukölln, para encontrarme con otros cuatro alicantinos mas en Neukölln. Bebimos ron con cola como es tradicional en la terreta del botellón entre jovenes y finos. Contamos anécdotas y llenamos nuestros vasos hasta entrada la madrugada y perdida la inhibición, y volvimos al pequenyo bar de las gentes que se aprietan y sudan y cruzan miradas constantemente. Era ya tarde y no duramos mucho allí, tampoco quedaba mucha gente interesante ante nuestros ojos vidriosos. Continuamos nuestra peregrinaje siseante hasta el puente del Oberbaum, donde nos negaron la entrada al primer club de la sagrada trinidad berlinesa del techno bajo el burdo pretexto de no estar en lista de invitados. Escusa barata que uno siempre escucha cuando no es deseado. Conseguimos encontrar un taxi y le pedimos que nos llevase al segundo de los clubs de la sagrada trinidad berlinesa, el que se agazapa entre supermercados y bloques de cemento socialistas. De nuevo nos negaron la entrada, esta vez sin mas explicación que la de no ser deseados. Supuesto club de fiestas gays, de nada sirvió que entre nosotros hubiese dos homosexuales. Pero no podiamos acabar asi. La borrachera nos pedia seguir, y J se empenyó en pagar el ultimo taxi hasta llegar al club de los ninyos bien que mira a Alexanderplatz. Esta vez no hubo problemas en la puerta, ni siquiera tuvimos que pagar (justicia cósmica, o se debió a llegar allí a las cinco de la manyana?). Por la razón que fuese solo una planta del club estaba abierta y sin entrada de luz ni vistas, pero bailamos hasta que el amanecer llegase sin que lo viésemos y y nuestros cuerpos reclamasen para si una merecida pausa. Dejé a mi consorte desayunando en Alex y volví con el piloto automatico puesto hacia el amanecer gris de Friedrischain.
El sábado seguía feliz y con el karma equilibrado aunque empapado el alcohol. Una capa de optimismo me mantenía impermeable a mis habituales resacas sentimentales e ideas obsesivas. Sudaba el alcohol golpeando la bateria y escuchando música a todo volumen. Hablaba con todo el mundo por voz o a través de internet, y nada hacia perturbar mis buenas vibraciones.
El sol seguía brillando por lo alto y me maravillaba de que el verano aun no se hubiese ido, como parecian indicar las nubes de la manyana. Llené una botella de agua, tomé una manta y me dirigí al parque de Görlitz para juntarme una vez mas con la consorte de la noche anterior. Cuando llegué ya no estaban tumbados en el cesped, pero tomé una cerveza con ellos en la terraza dentro del parque y dimos un paseo por el eje central del Kreuzberg 66. Vimos tiendas, ropas y música, y me compré de nuevo un cómic como me habia propuesto a mi vuelta a Berlin. Al final de la calle tomamos hamburgueras de carne biológica y patatas fritas y una Bionade, asimilando costumbres locales. Ellos volvieron a descansar y tomar fuerzas para la noche.
Yo regresé al otro lado del rio hacia el este para hacer lo mismo. Me tumbé y lo intenté, pero con resaca me es muy complicado dormir. Al final salí pasada la media noche. En casa de J todos parecian cansados y jugaban a la consola. Costó ponerse en marcha, pero al final se logró. Como siempre, el ron con cola, el Fary y Georgie Dann tuvieron mucha culpa de nuestra activación. Como buen botellón que se precie no faltaron los recuerdos de la infancia, reforzados por el hecho de que uno de los asistentes se gané el pan de su frente como profesor de historia en el colegio del que pasé gran parte de la mia. Recuerdos de profesores de historia, de geografia y de lengua, de nombres y adjetivos y lugares y rios con sonrisas y perspectiva histórica.
El profe se quedo a descansar, pues volaba a Alicante al dia siguiente. Nosotros salimos de casa con destino a otro club, esta vez con destino definido y estilo de musica conocido por todos. Llegamos al Karrera Klub para juntarnos con un amigo alemán mas, y tomar alli las ultimas cervezas. La música esta vez animaba a bailar, abrazarnos cantar y hacer tonterias. Eso si, parecia no quedar mucha gente cuando llegamos. Menos aun cuando nos fuimos, después de varias cervezas Astra y bailar subidos al escenario. J y las chicas se fueron algo antes, y Paul y yo nos quedamos junto a dos chicas que desaparecieron casi al momento. Nos quedamos casi solos en el bar con dos Astras recien empezadas y cara de tontos. Terminamos la cerveza y cruzamos de nuevo el puente destino a Friedrischain y nuestras respectivas casas. Comenzaba a amanecer pero el dia era gris.
El domingo fue gris igualmente, y yo lo pasé en casa. La resaca acumulada de sábado y domingo hacia mella en mi cuerpo, pero mi estado de animo seguia siendo excelente pese a los dolores de cabeza y la sequedad bucal. Pasé toda la tarde perdiendo el tiempo recorriendo virtualmente Grecia y re-recorriendo mi viaje gracias a Google Maps, viendo algún capítulo de heroes y continuando la lectura que habia comenzado por las islas griegas.
El día terminaba frente al televisor, viendo la preparación de la selección espanyola de Basket para la Eurocopa (por aquellos dias aun muy esperanzadora) y un partido de futbol entre el Athletic de Bilbao y el Barcelona. Me pegaba un buen festín de bienvenida con el menú número cuatro del Imbiss arabe "Oase" de la calle varsovia, y despedia la semana.
La bienvenida a Berlin entre alcohol, sol y lecturas variadas habia sido maravillosa, una especie de vacaciones pagadas, una prolongación en Berlin, un apéndice final y conocido de mi viaje. Habian pasado solo cuatro dias desde mi vuelta, y tenia muchos planes en mente que realizar.


escuchando-> Gang of Four, Damaged Goods
leyendo-> Historia de la filosofia, B. Russel