sábado, agosto 09, 2008

5 dias de julio: Toma 1, de banderas y patrias

Comenzaba el més de julio del 2008 un martes, caluroso pero sin excesos, en un Berlin que comenzaba a evidenciar encontrarse en mitad del verano.
La resaca de la Eurocopa de fútbol hacia mella en la ciudad y en mi vida cotidiana: los coches aun se resisitian a quitar las banderitas baratas que habian formado parte de su atuendo durante las ultimas semanas, y la gente seguia felicitandome porque la seleccion de futbol de mi pais habia ganado el campeonato de Europa. Yo, estupidamente, seguia pensando que ahora se me respetaria mas, como extranjero, por el absurdo hecho de que mi once tios de mi pais jugasen mejor al futbol que otros once tios elejidos respectivamente por cada pais de Europa.
Mis conversaciones con Espanya me hacian evidente que la fiebre patriótica no solo afecta en Alemania, sino tambien en todo pais que es capaz de ser el mejor en algo con repercusión en algo: de pronto todo el mundo sale a la calle con un trozo de tela pintado de colores, y comienza la histeria colectiva y el sentimiento de orgullo de haber nacido en un territorio que ha ganado algo. Pero todo pasará cuando se pierda en la primera ronda de la siguiente competición. Yo, aunque alegre, no podia menos que contemplar atonito el circo y no sentirme especialmente motivado a formar parte de el, y no llevarme mas que a discusiones con uno y otro frente, tratando absurdamente de buscar una explicación racional al nacionalismo.
Mientras tanto me llegaba una llamada de telefono que me convocaba a un nuevo evento deportivo: esta vez participando directamente en el con otros cuatro amigos turcos. Para prepararnos dignamente a ello, el martes por la tarde me junté con Cagatay y companyia en un pabellón-sauna para lanzar unos tiros al aro unos cuantos meses despues. Parecia que no se me habia olvidado del todo.
El miércoles, centrado ya en mi verano berlinés y queriendo exprimir mi a priori calmado mes de julio en la ciudad, escapé antes de lo acostumbrado de la oficina para volar sobre mi metálica yegua negra hasta mi lago favorito de la ciudad, banyarme y sentirme de verdad en verano. Para confirmar la sensación acompanyé después a Bern y Kata a uno de los muchos cines que surjen como fruta de temporada en los parques de la ciudad. Esta vez en Hasenheide, y para ver al fin el film que seguramente mas se relacione con mi nueva casa de acogida: el cielo sobre Berlin, de Wim Wenders. Poética, divertida y evocadora para un berlinés de adopcion como yo a partes iguales, quizás no la mejor película para ver, con pausa incluida una noche de verano en la que el suenyo se acentua por el sol recibido bajo el cielo despejado (tambien sobre Berlin, claro) del lago.
En el trabajo seguía mi rutina simuladora sin novedad. La casa seguía mas llena que de costumbre con nuestros amigos tunecinos, y cuando llegue a casa el jueves despues del curro esperaba comida sobre la mesa y un par de botellas de vino que Susanne vertía constantemente sobre vasos de moros y cristianos. Todos salían después a ver unos conciertos al aire libre como corresponde al verano, y yo, me sentía mas mayor que nunca cuando renunciaba a su oferta y me quedaba en casa para inyectarme mi dosis semanal de Perdidos y acabar mi vaso de vino.
El viernes y el findesemana llegaban sin que apenas me diese cuenta, y nada especial debio ocurrir en aquel dia 4 del mes anterior, cuando los tunecinos marcharon a Amsterdam, y yo me quedé en casa cenando con calma seguramente un Döner vegetariano y viendo algo en la tele que me hiciese dormir pronto.
Al fin y al cabo al dia siguiente debia levantarme temprano: el resto de los Istan Bulls (abstenganse de comentarios sobre la originalidad del nombre) me esperaba para jugar unas cuantas pachangas frente a muchos alemanes grandes y rápidos escuchando hip hop y gritos al estilo américano. Pese a que nos inscribimos por error en la categoria para principiantes perdimos los dos primeros partidos, y todo parecia evidenciar una debacle evidente de nuestro equipo. Pero de pronto, un rival débil, una victoria fácil y comenzó nuestra racha. Encadenamos un par de victorias (como ya dije antes no de gran merito teniendo en cuenta el nivel). Y de pronto nos plantamos en semifinales, y una vez ganadas estas en la final.
La epica, la justicia o tal vez la fortuna, quien sabe, hicieron que nuestro capitán se lesionara en semifinales, teniendo que dejar el torneo y ser transportado al hospital. En un gesto de deportividad forzada (no teniamos practicamente otra opcion) declinamos jugar la final y sugerimos que lo hiciesen los que salieron derrotados de nuestro cruce de semis, y nos fuimos a casa todos contentos con ese estúpida sensación de campeon moral. Bueno, casi todos contentos porque Cagatay no fue directamente a casa, sino a un hospital a pasar un par de horas entre camillas, radiografias y evaluaciones, pero que condujeron tras esta pequenya demora a un diagnóstico tranquilizador.
Yo mientras tanto me duchaba y subia a la bici camino al parque de Görli: aunque tarde este anyo, por fin inaguraba la temporada de barbacoas. El día era esplendoroso contradiciendo a los pronósticos, y en el parque me encontré a mucha gente conocida, incluyendo uno de los jefazos de mi Master. (que se encontraba alli siguiendo al departamento que dirige, sorprendentemente relativamente cómodo con su polo lacoste entre familias turcas y punks y yonkis revoloteando).
El día terminó de forma espectacular, todo estaba tan bien en el parque que nadie queria moverse de el pese a la llegada de la oscuridad. Cada vez llegaba mas gente conocida: el frances de Toulouse, mas espanyoles, sorpresas... incluso Fran aparecia ya bien entrada la noche, con mas carne que poner en el asador en todos los sentidos.
Yo conocí a una chica que por un momento despertó en mi la ilusión que me iba a tener en vilo al menos los 3 o 4 posts que quedan por venir. Y terminé como siempre, convirtiéndome mi higado en una coctelera gigante de cócteles imposibles.
Todos se fueron y recogí junto con los amigos mexicanos (que me contaban historietas y bulos) los restos de carne y la parrilla que había encontado en casa. Antes de volver a dejarlo todo, traté de acercarme a una fiesta en la otra punta del parque donde un grupo de personas bailaba sin permiso municipal.. pero en el momento en que llegaba yo lo hacia también la policia y la música dejaba de sonar.
Tras unos segundos de meditación, decidí que lo mejor sería regresar a casa, y dejar que el alcohol consumido me mostrase con calma el camino del suenyo.

escuchando-> Ezekiel, dub francés
leyendo-> manuales de simulación de sistemas dinámicos